Total de páginas vistas

jueves, 3 de septiembre de 2009

Un millón de oportunidades

Cada día, cuando despertamos, se inicia una reacción en cadena. Esa reacción en cadena nos lleva a hacer innumerables cosas en las siguientes, digamos, 16 horas. Quizás 24. Quizás, mientras dormimos, sigue esa reacción. Quizás se inicia una nueva.

Cada día, cuando despertamos, nos preparamos para usar nuestro libre albedrío. Ese término bíblico que se pretende atribuir a los que incomprensiblemente para mí, piensan que disponemos de algo llamado "alma".

Cada día, cuando despertamos, sentimos como despuntan un sinfín de circunstancias. Estrenamos una nueva hoja en un calendario repleto de posibilidades.

Cada día, cuando despertamos, unimos nuestras circunstancias y nuestro libre albedrío para salir de casa e iniciar una nueva jornada. Algunos días, los más, de trabajo. Otros días, los menos, de ocio.

Durante el día, pasan por delante de nuestras narices innumerables opciones. Opciones que de buen seguro hacen discurrir la senda de nuestra vida hacia un sitio o hacia otro. Siempre estamos tomando decisiones. Pequeñas. Grandes. Siempre estamos barajando posibilidades. No nos damos ni cuenta. Lo hacemos.

Cambiamos nuestras vidas. Cambiamos las vidas de los demás. De forma individual. Grupal.

Cada día se nos presentan un millón de oportunidades. Muchas de ellas, sencillamente las descartamos sin darles importancia. Otras, las pensamos un rato. Otras, las pensamos durante días... meses.

No nos damos cuenta, pero somos dueños de nuestro destino. Un simple gesto de rebeldía en el trabajo. Tomar una calle u otra paseando. Levantar la mirada en el autobús. Hablar con otra persona.

Conocemos nuevos amigos. Dejamos escapar a otros. Encontramos trabajos mejores, o quizás incluso los perdemos. Comemos mejor o peor, dependiendo de lo que vemos y lo que decidimos desde la calle.

Encontramos a una persona con la que, simplemente, nos gusta estar. Cuando estamos con ella, nos damos cuenta de que no necesitamos nada más en la vida. Sencillamente estar. A veces, la dejamos ir, pensamos que no puede ser. Otras, las menos, decidimos afrontar la situación. Buscamos esa mínima probabilidad de que sienta lo mismo que nosotros. Es una posibilidad tan pequeña. Lo pasas tan mal.

Afortunadamente, a mí me tocó. Entre ese millón de oportunidades la encontré a ella. Y entre ese millón de probabilidades, ella me encontró a mí. Me aceptó.

Uno entre un millón. Y fui yo.

Te quiero.

àlex

Las esperanzas aún viven, los sueños nunca mueren

4 comentarios:

  1. Felicitats! Lo millor que has escrit en tot aquest temps.

    ResponderEliminar
  2. Tú crees??? A mi, hay entradas que me gustan más, pero cada uno de nosotros tenemos nuestra opinión, nuestros gustos, y eso está bien. La he vuelto a leer. No está mal. Debo aprender a escribir mejor. De cualquier forma, me han dicho que es muy "empalagoso".

    Cuando empecé a escribir, pensando en "Un millon de oportunidades" no tenía ni idea de como acabaría. Me lío, me lío...

    Gracias por seguirme... seas quien seas...

    àlex

    ResponderEliminar
  3. Jandro!!!!!

    Molts animus!!!!!!!!!!!!!!!!!

    El follo.

    ResponderEliminar
  4. Ahh, i canvia la foto de perfil, que fa por!!

    :)

    ResponderEliminar