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miércoles, 2 de septiembre de 2009

La venganza del cuerpo

El lunes ya me levanté con problemas de estómago. De hecho, ni desayuné, ni comí. A media tarde, un sandwitch de jamón york y, para cenar, atún a la plancha.

Me sentó bien. El martes me levanté bien. Sin recuerdos del día anterior.

Llegué a Horsham y nos fuimos a comer a una pizzería. Creo que aquí frecuentamos demasiado la comida italiana. No pude resistir la tentación y pedí una Diavolo. En principio podrías pensar, por el nombre, que debe picar como el demonio, pero no, apenas pica. Algún que otro punto de la pizza tiene cierto recuerdo a lo que debería ser el picante, pero no llegas a llorar, señal inequívoca de que no pica.

Peeeeero... claro, no podía ser otra cosa. No picaba. Pero me sentó como un tiro.

Te cuento. Por la tarde estaba bien. Sin problemas. Si bien es cierto que me notaba cierto "glu-glu" en la barriga. Al llegar al piso para cambiarme e irme a Crawley para la celebración que te comentaba ayer, me noté peor. Hasta el punto en que me plantee no salir. De hecho, debería haberme quedado en casita. Igual no me lo hubieran perdonado.

Quedamos en el restaurante Blue India, en Crawley, en la calle de los pubs. Allí pedí un plato suave "Chicken Tikka Massala", bueno, creo que siete de ocho pedimos aquel plato. Unas cervezas (la cobra grande, la de cerca de medio litro) y algo de pan indio que ellos llaman papadon o algo así. Echamos unas risas, no podía ser de otra manera. Recordamos fiestas pasadas. Brindamos por los que celebraban. Yo notaba que la cosa no iba bien.

Después, nos fuimos al antro de vicio y perversión que es el Bar Med, al final de la calle. Allí no te puedes imaginar la de gente que se mueve. De todo tipo. Con poca ropa. Es una prueba que hay que superar. Lo bueno es que si vas en nuestro plan, te ríes muchísimo. Parejas gays besándose en medio de la pista. Tías con faldas imposibles que no acabas de entender como pueden moverse. Te sientes observado. Hombres. Mujeres. Yo nunca me como una rosca, así que nadie tiene por que temer nada, a mí, ni se me acercan.

Pidieron una ronda. Un destornillador para mí. Pura garrafa. Alcohol puro. Acabo de hundir mi estómago en la más triste miseria. De ahí en adelante, hasta casi la hora de cerrar, fui cayendo poco a poco... Hasta que pedí la hora como los entrenadores de fútbol que van ganando por la mínima y quieren que se acabe el partido.

Ayer no fui muy buena compañía. Soy humano. No puedo estar siempre bien.

Ayer tuve la venganza de mi cuerpo. Por algunos excesos. Se acordaba de la última en UK.

El taxi de vuelta a Horsham, con aquellas velocidades, por aquellas carreteras oscuras, serpenteantes, rotondas de izquierdas... No ayudó para nada.

He dormido cinco horas y media. Más que suficiente para mí. Sigo notando el estómago raro, pero estoy mejor. ¿Habrá que repetir hoy?

Que vaya bonito,

àlex

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