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jueves, 24 de septiembre de 2009

Bucear entre tiburones

El 25 de mayo, saliendo de mi particular infierno, escribía una entrada que al final no vio la luz. Supongo que en aquel momento, pensé que alguno de mis compañeros que leyeran el escrito podrían molestarse y tampoco estaba el tema como para muchas historias.

Ahora, unos meses después, he decidido publicarlo. También un poco como regalo. No lo sé. Lo que sí es cierto es que vas a poder leerlo.

No he modificado un ápice nada de lo que escribí aquel día. Tampoco tiene demasiada importancia. No es nada del otro mundo. Si tú eres una de esas personas con la que he comentado que la había escrito, igual incluso te llevas una pequeña desilusión por las expectativas que igual yo mismo te había creado.

Piensa que en aquel momento todavía no estaba del todo bien. Que andaba un tanto jodido por mis tonterías... En aquella época incluso no me hablaba con algunas personas. Tú puedes ser una de ellas, no lo sé.

Bueno, a lo que voy, como lo prometido es deuda, ahí va. Sobre todo, no te identifiques. Yo también veía fantasmas. Yo no identifico a una persona. Identifico a grupos. Y grupos en los que seguramente también yo me he visto involucrado alguna vez. Lo sabes, soy una persona muy diplomática.

Recuerdo que allá por el 90, pensaba que una de mis posibles elecciones para la especialidad de la carrera de biología era la “biología marina”. Dentro de ésta, siempre me han apasionado los tiburones. No lo sé. Creo que son uno de los seres más perfectos que la naturaleza ha creado. No en vano es uno de los animales que más años llevan en este planeta. Será por algo.

El tiburón es uno de los animales más odiados por la especie humana. Se la ha vilipendiado de múltiples formas. Se le ha masacrado por tenerlo como al mismísimo diablo. Lo mismo que ha pasado con el lobo o las serpientes.

Todavía conservo la ilusión de nadar entre ellos. Realizar una inmersión junto a los escualos debe ser un subidón de adrenalina brutal. Tengo algún conocido que lo ha hecho y cuenta maravillas. Ya no te hablo de hacerlo con el gran blanco. Eso ya son palabras mayores. Ni que fuera en una jaula. Pero estoy seguro que debe ser una de las mejores experiencias de la vida para alguien como yo.

De cualquier forma, seguro que más de uno de nosotros conoce algún tipo de experiencia parecida. Si no es con tiburones, es con víboras. Otro animal masacrado y vilipendiado por el temor que causa. La biblia disfraza al ángel caído con la apariencia de una serpiente. En Andalucía la llaman la bicha…

En la película de “Indiana Jones en busca del arca perdida” aparece la famosa escena en que hay miles de serpientes alrededor de los protagonistas. Esa debe de ser también una buena experiencia, aunque reconozco que a mí ya no me atrae tanto.

Son experiencias. Pueden ser metáforas. Metáforas que nos ocurren en la vida. Si no quieres denominarlas así, también puedes darles el nombre de Ironías…

Estos últimos meses, en los que sabes que he bajado al infierno para volver a subir después, he vivido una experiencia parecida. De hecho, sigo viviéndola. Pero la suerte es que lo hago como un mero espectador. Al menos yo no me siento parte del elenco de la historia. Prefiero creer que estoy arriba, en una montaña, viéndolo. He visto como se despellejan los unos a los otros. He visto la hipocresía. El cinismo. He visto hasta dónde puede el ser humano para conseguir su ascenso en la pirámide social. He visto como alguien sonríe a alguien para, posteriormente, ponerlo de vuelta y media. He vuelto a ver cómo le volvía a sonreír, a reír las gracias... Sigo sin podérmelo creer... Sigo sin poder confiar en según que tipos de personas... Creo que este no es mi lugar...

Supongo que yo soy un pobre idiota. Que vamos a hacerle. Estoy contento conmigo mismo. Vuelvo a dormir muy tranquilo. Del tirón.

Desde el cariño, el respeto y la admiración.

àlex

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