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domingo, 31 de mayo de 2009

El Efecto Mariposa

Hace aproximadamente 16 años, en 1993, se estrenó una de las películas que más me ha impactado en mi vida. Sencillamente se convirtió en una de las indispensables en mi filmoteca. "Parque Jurásico" de Steven Spielberg.

Son muchos los motivos que me hicieron casi enamorarme de aquella película. En primer lugar, trataba de lo que más me gustaba cuando estudiaba Biología: Genética y Paleontología. El director era, para mí, el mejor que había. Nadie superaba las películas de Spielberg. Los efectos, el guión... todo era para mí genial.

Hay un momento en la película que aparece el matemático con pinta de rockero hablando de la teoría del caos dejando caer una gota de agua por la mano de Laura Dern. En aquel instante, se menciona el efecto mariposa. Aquel concepto me pareció fantástico. "Una mariposa bate las alas en Nueva York mientras llueve en Honk Kong". Bueno, no era exactamente así, pero algo parecido. Le decía a Laura Dern que las pequeñas imperfecciones de la piel, invisibles a la vista, hacían que una gota tras otra pudieran caer en distintas direcciones (aquí se olvidaba de la tensión superficial, que podía hacer que siempre pudiera caer por el mismo recorrido).

Recuerdo que busqué. Encontré la teoría del caos. Encontré que si dejas una pelota en la arista del tejado, unas veces caerá hacia un lado, y otras hacia otro.

Si miras la explicación que hay en WikiPedia, encuentras que el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York. Uffff!!!

A estas alturas, seguro que te estás preguntando a qué viene esto... ¿verdad? ¿Se estará volviendo loco este tío? Pues nada más lejos de la realidad. La teoría del caos domina nuestras vidas desde que nacemos. Pequeñas decisiones individuales al otro lado del mundo, hacen que nuestras vidas tomen un camino u otro. Mira esta imagen, pero cuidado, es algo fuerte. En ella se ve a un ser humano que padece. Un ser humano que por la sencilla razón de haber nacido en otra parte del mundo, sufre...

Es triste, pero nuestras pequeñas acciones, por muy pequeñas que sean, son como el aleteo de la mariposa que provoca una tormenta. El momento en que compramos un artículo innecesario producido por una multinacional, el momento en que encendemos una luz y la dejamos así aunque no la necesitemos. Abrir un grifo al cien por cien de su caudal... Derrochar...

La tecnología de la que disponemos actualmente, podría alimentar a la población mundial más de cuatro veces (creo, no estoy seguro del número). Así lo escuché hace tiempo en una entrevista. Hoy día, existe una gran paradoja con la alimentación. Muere muchísima gente por desnutrición... pero también muere muchísima por culpa de la sobre-alimentación. Increíble, ¿verdad?

Al final siempre nos encojemos de hombros y decimos ¿Yo que puedo hacer?.

No podemos dejarlo todo, a nuestras familias, nuestras vidas, y marcharnos a ayudar a cualquier punto del planeta. Está claro. Pero un cierto grado de responsabilidad a la hora de consumir, comportarnos y compartir quizás ayudarían un poco. Está claro que son los gobiernos a los que nosotros elegimos los que deben hacer el trabajo. Para eso nos representan. Pero seguimos comprándonos la mejor ropa, los mejores coches, las mejores Televisiones...

Así es la teoría del Caos. Un señor de una parte del globo decide empaquetar una hipoteca dudosa en un fondo garantizado... y desembocamos en una crisis que hace que los más débiles que están en el otro lado del globo sigan muriendo y sufriendo...

En otra película, Hotel Rwanda, un periodista le dice al encargado del hotel (un Paul Rusesabagina magistralmente interpretado por Don Cheadle) algo horrible. Le dicen que publicarán las imágenes de lo que está sucediendo en Rwanda a la hora de la cena en muchas ciudades europeas. Cuando Paul le agradece que publiquen esas imágenes, el periodista le contesta que la gente alzará la cabeza, espetará un "Oh, Dios mío!" y continuará cenando como si tal cosa. Lamentablemente, eso sigue pasando hoy. Si unas personas mueren en un país nórdico durante una fiesta de cumpleaños de un monarca, porque un loco decide atropellarlos, sale en todo el mundo... Cada día mueren niños por falta de comida en los llamados países del tercer mundo.

Ninguno de nosotros hace nada...

"Quien no castiga el mal, ordena que se haga" Leonardo da Vinci (1452-1519)

Somos unos cobardes,

àlex Seguir leyendo...

sábado, 30 de mayo de 2009

Tener un amigo es tener un tesoro

Sabes que siempre he valorado la amistad por encima de todo. Todo lo que ello trae consigo. La lealtad, el honor, el cariño. Un amigo... lo es todo.

Una película se tituló "Quien tiene un amigo, tiene un tesoro". Es cierto.

Lo que llegas a pasar con tus amigos, es algo irrepetible. Te animo a ver el siguiente vídeo (X. tú también, aunque sea con la iPod, que sé que no ves ni uno de los vídeos que cuelgo aquí). Habla de la amistad sin tapujos. Es un canto... Una oda... Creo que nada mejor... (Pincha o haz click, cómo te vaya mejor, sobre la imagen de la derecha).

Disfruta con tus amigos.

àlex Seguir leyendo...

jueves, 28 de mayo de 2009

The Head of God

Estamos volando de retorno a casa. Hoy no volamos los 3. X se ha tenido que quedar en Horsham. Nosotros haremos lo mismo la próxima semana.

Estoy escuchando el post partido. Sí. Ahora. Lo tengo en mi iPod. La rueda de prensa. Los comentarios del os jugadores. Lo que habían sentido. Lo que habían sentido.

Ahora, veinticuatro horas después, yo también tengo todavía mis sentimientos a flor de piel. Se me pone la “gallina de piel”, como decía Johann. Estoy sintiendo lo mismo que sentía minutos antes de que el árbitro pitara el inicio del encuentro. Las ganas y la ilusión que poníamos en nuestros cánticos, en nuestros ánimos a un equipo que no nos podía escuchar. Enviábamos nuestras mejores vibraciones. Enviábamos toda nuestra fuerza.

No quiero recordar los aspectos negativos. Quiero recordar sólo los positivos. Estoy viéndonos todavía con las camisetas del Barça. Estoy sintiéndome como si hubiésemos estado en Roma. En el Coliseo. Éramos los cristianos. Cristianos entre los leones. Los leones del Manchester.

Estoy viendo nuestras caras. La cara de los niños que llevamos dentro. Qué bárbaro. Que ilusión. Nos estoy viendo haciéndonos las fotos con los compañeros. Los del ManU, los culés.

No puedo tampoco olvidar a JJ cantando “Papadón, Papadón”. Jo, que bueno. Te preguntarás qué significa,¿ no? Te comenté lo del escocés que se unió a nosotros. Te comenté que cantaba. Que bebía. Que gritaba. Que no entendíamos casi nada de lo que decía. JJ empezó a cantar “Papadón” y el tío, ni corto ni perezoso, repetía junto con él esas palabras. Que risa. JJ se refería a la gran papada que tenía el amigo. No se le veía el cuello. Era impresionante. Pero gran tipo.

Sigo recordando. Sigo viéndonos cantando por la calle. Sigo recordando el trayecto hasta la estación del tren. No queríamos ni cenar. Llamábamos a hermanos y amigos. Cantábamos al teléfono. Nos acordábamos de todos los culés. Algunos sé que se acordaban de algún madridista. Yo no. Yo sólo me acordaba de los culés. No había nadie por la calle. Lo típico a esas horas. Comentábamos lo que había pasado. Era impresionante. Ya no teníamos voz.

En el hotel, llamamos a un amigo que estaba ya camino de Plaza España, en Barcelona. No oíamos más que ruido. Gritos. Pitos. Gente cantando. Que genial. Triplete. En las cadenas inglesas sólo hablaban de Barcelona. De los culés que habían celebrado el triunfo en La Cibeles, en Madrid. ¡¡¡Qué campeones!!!

Sigo recordando el titular del periódico. “La cabeza de Dios”.

Tengo que apagar el ordenador. Vamos a aterrizar. Y se ponen pesados con los aparatos electrónicos. Ya nos lo contarán algún día.

"Todos los entrenadores hablan sobre movimiento, sobre correr mucho. Yo digo que no es necesario correr tanto. El fútbol es un juego que se juega con el cerebro. Debes estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, ni demasiado pronto ni demasiado tarde" Johann Cruyff

Buenas noches y buena suerte

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¿Qué hacen tres tíos con camiseta del Barça en un Pub de UK viendo la final de la Champions?

Ayer el día nos recibió frío y lluvioso. Era el principio de lo que trece horas y 45 minutos después iba a convertirse en la mayor alegría futbolística de la historia.

Desayunamos con aparente tranquilidad en la cafetería del hotel. Yo, un croissant y un café con leche. Se veía la tensión. Sí, lo sé, no es más que un partido de fútbol, pero ya estábamos nerviosos y contando las horas que restaban hasta el inicio del match. Sabíamos que por la tarde nos íbamos a ver las caras con la afición de un equipo inglés. Hasta ayer, el mejor de Europa. El equipo de Cristiano Ronaldo.

Al llegar a la oficina, el primer aviso. Una camiseta roja con las letras AIG en blanco puesta de manera impecable sobre el respaldo de mi silla. Risas. Primer comentario con los hinchas del equipo local. Del equipo inglés. Lo tenían claro. Iban a ganar. El Barça no merecía estar en la final. Ocupaba la plaza del Chelsea.

Estaba claro que nadie iba a poner las cosas fáciles. Al menos, nos hicimos la primera foto de hermandad de las aficiones. Una foto con un hincha del Manchester. Un compañero de trabajo (se sienta delante de mí en la oficina) inglés.

Las horas fueron sucediéndose. Íbamos contando los minutos. A la hora de la comida no se habló nada de fútbol. Máxima concentración. Máximo sigilo.

Estábamos convencidos que iba a ser una victoria. Sabíamos que íbamos a sufrir como nunca. Sabíamos que el Barça podía hacer historia. Que era el último sprint para llegar a la meta. Liga, Copa y Champions en el mismo año. Ningún otro equipo español había conseguido ese hito. Nuestro eterno rival no lo había conseguido tampoco.

A las 19:15 vestimos nuestros colores de guerra. Nos pusimos nuestra camiseta del Barça. Al principio éramos sólo dos osados. Encaramos el camino hacia “The Bear”. Allí ya había mucha gente. Nuestra entrada no pasó desapercibida. Todo el mundo nos miraba. Todo el mundo hablaba en voz baja. Poniéndome en su piel, sólo se me ocurre preguntar: “¿Quiénes son estos locos?”. El pub es pequeño. Había mucha gente. De repente, aparecieron de debajo de las chaquetas unas pocas camisetas rojas del Manchester. Nadie decía nada. Risas tímidas. Nervios a flor de piel.

5 minutos antes del partido, un hombre trajeado y con una corbata de un color un tanto chillón, se nos acercó para decirnos que su equipo iba a ganar. Reímos. Sabíamos que se equivocaba. Sabíamos que la de anoche era la nuestra. Era nuestra noche. Nuestra noche mágica.

El árbitro dio el pistoletazo de salida. Nosotros ya cantábamos. Ya nos dejábamos la voz en animar a nuestro equipo. En demostrar que éramos pocos, pero podíamos gritar más. Bebíamos cerveza. Estábamos contentos. Iban llegando más españoles al pub. Nos sentíamos arropados por ellos. No, no son culés, pero en definitiva, son españoles. Sabían a quién tenían que animar. Sabían que el Barça era el equipo.

Empezamos mal. Empezamos del mismo modo que empezamos la liga. Los primeros 10 minutos fueron de continuos gritos de miedo. Los primeros 10 minutos fueron un vendaval rojo. En los primeros 10 minutos vimos nuestras primeras carencias defensivas. Sufríamos. Gritábamos. Los hinchas del Manchester jaleaban a sus jugadores. Lo veían claro. Veían a un Barcelona contra las cuerdas. Nosotros también.

A los 10 minutos Dios se disfrazó de jugador de fútbol. A los 10 minutos Samu, samueleto como le llamaban aquí, se hizo con el toque divino. Recortó. Un recorte fácil. En apariencia. Un recorte que dejó a su defensa preguntándose a dónde había ido. Picó el balón. Lo vimos en cámara lenta. Vimos como la mano del portero tocaba el balón. Lo acariciaba. Parecía decirle “I love you”. Pero el balón no estaba con él. El balón se había aliado con Samuel. Hacía lo que el quería. Y acabó en su lugar natural. En el fondo de la red.

Llegó nuestro delirio. Ya éramos 3 camisetas del Barça. Una provocación. Saltábamos. Gritábamos. Cantábamos. Estábamos como locos. Contentos. 10 minutos. Sólo 10 minutos. Un Etoo que acababa de perder el pichichi de la liga y la bota de oro, conseguía un golazo a los 10 minutos. Los aficionados del Manchester nos miraban. Nos miraban con envidia. Sabían lo que les quedaba por delante. Sabían que los siguientes 80 minutos iban a ser de sufrimiento. Pero nosotros también lo sabíamos. Nosotros también íbamos a sufrir. Necesitábamos otro gol. Necesitábamos que Dios volviera a bajar a disfrazarse de jugador de fútbol.


Se unió a la fiesta un escocés. Un tipo gracioso. Con unas cervezas de más. Aficionado al Celtic. Cizañero. Nos pedía “Dos Saint Michel”, en alusión al anuncio de la marca de cerveza española.

Contábamos los minutos. Veíamos que el Barcelona tocaba el balón. Veíamos que el Manchester no sabía qué hacer con él. Veíamos que el Manchester erraba una y otra vez. Queríamos que finalizara la primera parte.

Durante el descanso llegaron las bromas de algunos hinchas rivales. Nos decían que íbamos a acabar en un contenedor de obra. Entre risas. Era una broma. El equipo local iba perdiendo. Nosotros no parábamos de gritar y cantar. Nosotros no parábamos de animar a nuestro equipo.

Los cánticos se intercambiaban. Nosotros, a la izquierda del pub. Los hinchas del Manchester a la derecha. Cantaban ellos. Respondíamos nosotros. Cantábamos nosotros. Respondían ellos. Cantaban “Argentina, Argentina” cuando vieron que Carlos Tévez iba a saltar al terreno de juego. Nosotros respondimos con un “Meeeeeessi, Meeeeeeessi” mientras en la pantalla aparecía él, Leo, Messi. Contestaron con un aplauso. Bien traído. Bien contestado.

Al inicio de la segunda parte, se acabó la fiesta. Dos hinchas ingleses se liaron a tortas. Allí se acabó el buen rollo. Se acabó la fiesta. Nadie más cantó ya. Nos asustamos. Nos sentíamos incómodos. Nos sentíamos observados. Estudiados. Nos sentíamos objetivo. En aquel momento me plantee si había sido buena idea ponerse la camiseta. Pero sí, íbamos a aguantar hasta el final. Pasara lo que pasara.

La segunda parte fue claro dominio del Barça. El Manchester continuaba sin saber qué hacer con el balón. No había grandes oportunidades. Nosotros veíamos el partido con un ojo y con el otro observábamos a los que habían estado involucrados en la pelea. No nos fiábamos.

Minuto 65. Ya quedaba menos. Queríamos otro gol. Decíamos algo tímidamente. No nos atrevíamos a cantar. Llego el 70. Llegó la pulga. Llegó Messi. Llegó a un balón por alto. Lo que no había podido hacer con el pie durante el encuentro, lo hizo con su cabeza. La cabeza de Dios. Otro argentino al que la divinidad había tocado una parte de su cuerpo. Esta vez no fue la mano. Esta vez fue la cabeza. Leo mandó el balón al fondo de la red. Movió la cabeza de un lado hacia el otro. Mandó el esférico al otro lado de la portería. Al lado al que el portero no iba a llegar.



Más delirio. Con miedo. No hicimos una gran celebración. No cantamos. No estaba el horno para bollos. Nos habían amargado la fiesta. Era nuestra fiesta. Era nuestra noche. Nuestra noche mágica. Habíamos ganado la Champions.

No puedo decir que la experiencia de ayer fuera mala. Desgraciadamente tampoco puedo decir que fuera buena. Lo que tenía que ser una fiesta del fútbol, dos desgraciados que no saben beber la convirtieron en un “espero que acabe el partido y me piro”. No hubo celebraciones allí dentro. Por fortuna, algunos aficionados del Manchester se acercaron hasta donde estábamos nosotros a estrechar nuestra mano. A felicitarnos deportivamente. A reconocer que ayer sólo hubo un equipo que mereciera ganar. El Barça.

Al salir, llamamos a los nuestros. Cantamos por la calle. Celebramos. Escuchamos el ambiente en Barcelona a través de un teléfono. Se nos ponían los pelos de punta. La emoción invadía todos los rincones de nuestro cuerpo.

Qué simples somos. Que fácil nos contentamos. El fútbol. Su grandeza. No podemos evitarlo.

Nos tomamos la última en el hotel. Nos fuimos a dormir contentos. Sabiendo que al día siguiente volvemos a casa. Con los nuestros.

“Vini, Vidi, Vici” Victoria en Roma.

Buen viaje si también regresas hoy a casa.

àlex Seguir leyendo...

lunes, 25 de mayo de 2009

¿Hablo mucho?

Durante unos años estuve trabajando en lo que al final vino siendo GFT. Tengo gratos recuerdos de aquellos años. Son los que guardo. Pienso que los malos es mejor no guardarlos. Guardo buenos amigos, y amigas, claro. Recuerdo que allí me hice pronto famoso por mi facilidad para la palabra y para, sobre todo, enzarzarme en largos debates, algunos sin ningún destino claro.
Este ha venido siendo a lo largo de mi vida, un motivo por el cual ha habido quien me ha odiado y quien me ha querido. Repito. Me quedo con los que se que me quieren.

Te preguntarás a qué viene esta introducción. Pues viene a colación de uno de los comentarios que una amiga que tengo desde entonces ha dejado. Lo ha dejado en la entrada del jueves pasado (ver Me da palo del jueves 21 de mayo). En el dice exactamente esto (cito textualmente):

Alex, esto va para ti con todo mi cariño y sin ninguna intención maléfica:
yo te catalogaría en el grupo de amigos mios llamado:
"A ti si te tapan la boca te salen subtítulos"
Bueno, bueno, bueno. Por la persona que me lo ha dicho, me lo tomo con todo el cariño del mundo. Sé que me aprecia y me respeta. También sé, porque me lo ha dicho, que se leería igualmente mis subtítulos, porque normalmente tengo contenido. Vamos, que ha quedado de miedo.

Este comentario, unido al del otro día de X. en que me decía que mi cerebro iba demasiado rápido para mi boca, y que cambiaba de tema constantemente, me coloca en una posición de hablador. Y digo yo, ¿será verdad?

Pues sí. Para qué nos vamos a engañar. Hablo. Hablo mucho. Unas pocas veces con contenido y otras muchas para intentar pasar el rato.

El hecho de estar en Londres hace que todavía me den más ganas de hablar, por que a ver, aquí, por hablar, hablan los ascensores, las estaciones de tren, las estaciones de metro. Los ascensores siempre te dicen si suben o si bajan, si abren o si cierran, el piso en el que estás. El metro te dice que recuerdes el espacio que queda entre en vagón y el andén... Te recuerdan en Horsham que te alejes del tren cuando están separando vagones. Eso, que aquí, hablan hasta los cacharros. Que en muchas ocasiones no se les entienden... pues sí, pero eso ya no es culpa nuestra, que hablen más clarito.

Esta mañana nos ha dado tiempo de hablar mucho rato. De decir muchas tonterías. Nuestro vuelo se ha retrasado. ¿Por qué?, te preguntarás... anda... anda... pregúntatelo. Pues se ha retrasado por la niebla. Claro, no se veía un pijo. Y, por lo que me han dicho, les cuesta aterrizar. No hay visibilidad. Entonces, claro, hablamos mucho. No decimos nada, pero soltamos un montón de tonterías. Imagínate a 3 tíos juntos... bueno, no te los imagines. Es igual. No la liemos.

Hoy es lunes. Aquí en Londres es lo que se viene llamando "Bank Holiday". Un festivo. Hemos estado más solos que la una en el edificio. Nos hemos venido los del combinado de la oficina de Barcelona. Los demás se han quedado en sus respectivas autonomías. Ya te contaré.

Volviendo a los amigos. Que bonito es mantener amigos de años anteriores. No te ves demasiado con ellos. Quizás te ves casi nada. Mantienes el contacto con el Facebook y poco más. Eso sí, el Facebook lo miramos fuera de horas de trabajo. Tú también no? Porque nadie me va a engañar ahora diciéndome que el Facebook lo mira la gente durante horas de trabajo. Incluso que publica cosas en ese horario. Habría que ser tontorrón. Quedan marcadas las horas. Cualquiera lo puede usar. Además, es poco profesional, no? Entre eso y las 4 ventanitas abiertas del Messenger... Mantener 4 conversaciones a la vez es duro. Imagina en horario laboral. "Coñe, el jefe"... Y en una reunión...

Bueno, que no quiero liarme. El miércoles está cerca. Me he traído mi camiseta del Barça. A ver si no nos pegan.

"No podemos tener una idea exacta del hombre que jamás se calla." Maurice Maeterlinck (1862-1949)

Buenas noches y buena suerte,

àlex Seguir leyendo...

sábado, 23 de mayo de 2009

Miércoles 27 de Mayo. Gran día.

Nos preparamos para el día D. El próximo 27 de mayo será el día de la final de Champions. Será el día en que nuestro equipo se jugará el todo por el todo. Noventa minutos. Cinco mil cuatrocientos segundos. Fútbol. Fútbol por fútbol. Dos equipos enfrentados. Los mejores. Un marco en el que hace un tiempo echaban a los cristianos a los leones. Donde los gladiadores dejaban su sangre en la arena para el disfrute de los romanos.

El próximo miércoles nosotros no podremos estar ahí. Estaremos en un pub inglés. Un pub en un pueblecito al sur de Londres. Horsham. Estaremos en "The Bear". Rodeados de supporters del United. Luciremos nuestros colores. Animaremos. Gritaremos. Rugiremos.

Seremos uno. Como ellos.



Os lo contaré el próximo jueves 28. Os contaré la victoria. Espero que la del Barça.

Ave Cesar morituri te salutant.

àlex Seguir leyendo...

viernes, 22 de mayo de 2009

Gran partido de baloncesto

La del miércoles fue una tarde terrible. Pero no, no pienses que es que la cosa fue mal. Lo único que sucedió es que nos dio por rechazar una cortés invitación para beber GRATIS toda la cerveza que pudiéramos, saliendo una hora antes de trabajar, para irnos a las siete de la tarde a jugar un partido de baloncesto. Hasta este punto, seguro que te estás preguntando por lo de terrible. Ya verás, cuando acabe de explicártelo, lo entenderás.

Llegamos a la pista cuatro de nosotros. Estuvimos tirando un rato. Éramos dos españoles y dos ingleses. Bueno, creo que uno de ellos era kosovar, pero nosotros lo contamos dentro del equipo inglés. El que no es español, es inglés. Ahí ya empezamos a ver que esto del baloncesto no es su deporte nacional. Tras unos minutos tirando, decidí ir a correr un rato para calentar y evitar así posibles lesiones, que uno ya no tiene dieciocho años y tiene que cuidarse, bueno, eso y que llevaba casi tres semanas sin hacer nada con la historia de la operación de la vista.

Estuve corriendo poco, unos cinco minutos. Aproveché para conocer el parque. La pista de baloncesto está en un parque a 2 minutos andando de la oficina. Hacía una tarde espléndida. Un sol pocas veces visto por estas latitudes. El parque es genial. Una zona verde enorme con unos caminos estrechos asfaltados para poder correr o pasear. Un parque para niños súper completo. Una piscina cubierta (creo que dos compañeras y un compañero van a ir por las tardes, tiempo al tiempo). He dicho lo enorme que es la zona verde. Me entraron ganas de estirarme un rato allí y olvidarme de todo, incluso del partido de básquet, pero sabía que no podía ser, todos contaban con mi valiosa aportación al equipo, no podía fallarles (sí, esto es lo que se llama una ironía en toda regla). En una de las partes del parque había un montón de chavales practicando algún deporte de equipo que no me dio tiempo a identificar. No me paré.

Volví a la pista. Sabía que no debía jugar todavía, por precaución. Me dijo el médico que me operó de la vista que debía esperarme un mes. Han pasado 3 semanas.

Aún así, decidí jugar. No arriesgué mucho. Mi posición natural está en el poste alto. Una zona un tanto conflictiva, máxime si juegas contra un equipo al que le cuesta incluso botar el balón. Decidí no arriesgar demasiado. Está claro que jugando así, tampoco aportaría demasiado, pero lo importante era divertirse.

Balonazo en la cara después de tres rebotes con tres tíos con manos de mantequilla. Suerte que me dio en la piñata. No comments.

Empezamos jugando cinco contra cinco en una sola canasta. Por supuesto jugábamos un combinado español, digo combinado por ser de diferentes “equipos”, contra el resto (un kosovar, un finlandés, un indio y un par de ingleses). Por cierto, el amigo indio llevaba una camiseta negra del Real Madrid con el 9 de Ronaldo. Imperdonable. Jugar ese número de personas en una sola canasta es un poco complicado. En la otra, como hay una portería de fútbol, había tres adolescentes haciendo el tontorrón con una pelota de fútbol deshinchada y sus tres amigas estaban sentadas en el suelo mirándolos. Estampa tierna. A ver si se piraban pronto.

Una media hora después se fueron y decidimos jugar en dos canastas. Si hasta aquel momento nuestra supremacía no dejaba verse del todo, en cuanto empezamos a jugar en dos canastas el tema ya fue impresionante. Se dieron cuenta de que somos los campeones del mundo y subcampeones de Europa y olímpicos por algún motivo. Les metimos una buena. Al correr más, yo ya me animé también un poquito, aunque en todo momento tenía a mi amigo X. preocupándose por mi bienestar y recordándome que no entrara al contacto.

Durante el encuentro iba haciendo estiramientos en los gemelos. Sabía que en cualquier salto, si no lo hacía, se me iban a subir. Había alguno que otro que no entendía el por qué hacía eso. Qué vamos a hacerle, hay mucha ignorancia e incomprensión deportiva en este mundo. Y a todos nos gusta reírnos de cualquier tontería.

Ese partido duró aproximadamente una hora y cuarto. Uno de los ingleses pidió ya que acabara el partido. Supongo que no le estaba gustando nada el perder. Uno de los ingleses se fue, pero llegó otro compañero español. Nos dividimos e hicimos dos equipos sin importarnos nacionalidad, raza, sexo o religión (lo del sexo lo entenderás en breve).

Empezamos a jugar un partido más igualado. Ahí se noto la llegada del último. Venía fresco. Y lo hace bien. Nos machacó.

En un momento dado, me hicieron una defensa más típica de un equipo de seguridad de la aduana de un aeropuerto americano, aunque sin guante. No voy a dar más explicaciones. Fue desagradable. El mismo tío me regaló más tarde un balón para poder hacer una bandeja tranquilamente.

A las dos horas de partido tuve que dejar de jugar. Te preguntarás por qué. Y sí, te equivocas. No estaba cansado, bueno, sí, algo, el problema fue una mega rozadura que se me hizo en el dedo meñique del pie derecho. Una rozadura que ya se había convertido en herida. No quise dejar de jugar cuando noté que dolía. Sangraba. Sangraba bastante. Me caló el calcetín y la bamba. No, no exagero.

Creo que todos estaban esperando a que alguien fuera el primero, porque uno a uno fueron retirándose para acabar el encuentro. Además, ya quedaba poca luz.

Nos fuimos todos al tren. La estampa era maravillosa. Con el traje en la mano colgado de una percha. Con las bambas (para algunos, deportivas) y las pantorrillas al aire. Las caras coloradas (la mía más por un pelotazo). El chaquetón de lana sobre la ropa de deporte.

Nos subimos todos en el mismo vagón. Venía algún compañero que no había jugado a baloncesto. Todos aguantaban el olor de seis tíos de pelo en pecho que se habían tirado dos horas sudando. Creo que dejamos un olor a, como dirían otros, choto terrible.

Lo siguiente ya fue algo más extraño. Ducha en la habitación en diez minutos y al supermercado que hay cerca del hotel. Un ASDA que no cierra nunca. Un poquito de fruta y un zumito y a comerlo al Hall del hotel. Éramos pocos. Cuatro o cinco. Pero bien. Mejor de lo esperado. Recuperando.

Dormí fatal. Creo que el cansancio. El cansancio y el dolor del dedo meñique del pie.

"He fallado más de 9000 lanzamientos en mi carrera. He perdido más de 300 partidos. 26 veces confié en hacer el tiro ganador y lo fallé. He fallado una vez tras otra en mi vida. Y por eso he tenido éxito". Michael Jordan: Dios disfrazado de jugador de baloncesto.

Que vaya bonito.

àlex Seguir leyendo...

jueves, 21 de mayo de 2009

Me da palo

“Me da palo”. Cuantas veces hemos usado esa expresión y, más aún, cuantas veces la hemos escuchado. Yo creo que la he usado tanto en catalán como en español. Siempre he querido decir lo mismo. Cuando alguien dice de hacer alguna cosa que no me apetece, fuera el motivo que fuera, en ocasiones respondo con este “me da palo”.

Aquí, en el reino de Gran Bretaña, nos hemos juntado personas de diferentes orígenes nacionales. La expresión no tiene el mismo significado allí que aquí. He hablado más con los compañeros de Madrid. Nos oían, a los oriundos de la zona norte levante e islas mediterráneas, usar esa expresión en alguna ocasión. Nadie decía nada. No parecía haber nada extraño. Pero sí, hay algo extraño.

Para nosotros, esta expresión denota pereza, hastío, para ellos, vergüenza.

Así que imagínate. Alguien dice de hacer algo. Algo sencillo. Algo ingenuo. Algo sin importancia. Y uno de nosotros suelta un “buf, que palo”. Claro, tú le estás dejando bien claro que no te apetece para nada hacer algo así (no sé, a mí, por ejemplo, comer en un chino). Pero a él no le está quedando tan claro. Él piensa que le estás diciendo que te da vergüenza comer en un chino. Y es que somos raros. Una expresión tan sencilla, y que tenga dos significados tan distintos con 600 KM de diferencia.

A medida que voy pasando más tiempo aquí, voy viendo que somos más diferentes de lo que yo creía. Tenemos maneras diferentes de actuar. A la hora de echar unas risas, en ese momento, somos más o menos iguales, pero nos diferenciamos en muchas cosas de nuestro carácter. A mi forma de ver, los de la vertiente mediterránea tenemos tendencia a ser más gregarios.

Por cierto, volviendo a lo del palo, y para no cambiar de tema así de sopetón y que X. me suelte una de las suyas por esta “particularidad mía”, porque no veas la que me soltó ayer, me dijo que mi cerebro va demasiado rápido para mi boca, y que cambio de tema mientras los demás están todavía procesando el anterior, y que me quedo tan ancho. A ver, yo qué culpa tengo. Cada uno es como es, ¿no? Al menos a mí me sueltan eso en alguna ocasión, y ahora que lo pienso, esa es una expresión más bien femenina, como la de “tú te lo dices todo”. Esas expresiones son geniales. ¿A ti no te lo parece? Yo siempre discuto con el mismo tipo de mujer, la que se queda callada mientras yo hablo. Quizás soy yo el que no las dejo hablar y me parecen todas del mismo tipo, no lo sé. La cuestión es que yo hablo y ella no responde. Claro, yo me lío, me lío, me caliento (como decía el gran Pepe: “Ostias nene, es que me lío, me lío… y se me va la pelota”), y al final me sueltan un “tú te lo dices todo”. Reconozco que también me lo ha soltado un tío, pero no quiero entrar en esto que luego todo se sabe…

Yo creo que no cambio tanto de tema. ¿Tú has visto a dos madres juntas hablando? Yo recuerdo a mi madre y a una vecina. Me acuerdo perfectamente, como si fuera ayer. Yo, cogido de la mano de mamá. Mirándola. Desde abajo (igual tenía 8 añitos). Veía como las dos hablaban a la vez. Bueno, emitían sonidos ininteligibles para mí. Movían la boca. Durante un buen rato. Recuerdo que años después, ya más mayorcito, le pregunté si se entendían. Cada una hablaba de una cosa diferente. Oye, y lo pillaban todo. Supongo que de ahí viene lo de que las mujeres pueden hacer dos cosas a la vez, y los hombres no. La mujer es la mejor creación de la naturaleza. Qué vamos a hacerle.

Yo, de todas formas, puedo hacer dos cosas a la vez. Creo. Aunque tampoco estoy demasiado seguro. Yo lo que pienso es que nosotros tendemos a la vagancia, y no es que no podamos, es que no queremos. Por no saber, muchas veces no sabemos ni poner una lavadora. Aunque tampoco voy a entrar en este tema, que seguro que luego me corren a gorrazos.

Volviendo a lo de “me da palo”. Creo que me está dando ya bastante palo continuar escribiendo. Que cada uno lo tome por dónde quiera. La única realidad es que mi avión va a despegar y como no deje de escribir, la vamos a liar.

Mañana intentaré contar el partido de baloncesto de ayer martes. No tuvo desperdicio. No lo contaré todo. Por pura vergüenza ajena.

“La mujer no ha nacido para que se la comprenda, sino para que se la ame.”

Reconozco que yo soy incapaz de cumplirlo al 100%. Siempre intento entender todo lo que dice y hace...

Buen vuelo si regresas también hoy a casa.

àlex Seguir leyendo...

martes, 19 de mayo de 2009

Cambios físicos

Creo que debo ir haciendo un pensamiento en cambiarme el DNI. Si bien lo tengo desde hace un par de años, creo que voy teniendo problemas con la foto del mismo. Bueno, con el DNI y el pasaporte, que usé la misma foto. En algún viaje anterior ya hemos echado alguna risa con la cara del policía que revisa mi DNI. Pero esta semana ya ha sido por partida doble. Cuando el lunes pasé por el control de pasaportes del aeropuerto de BCN, el policía me miró un par de veces y me dijo, con una gran sonrisa en la cara, que debería ir pensando en actualizar el DNI, que no se me reconocía como la misma persona. Le pregunté si ese cambio justificaba la renovación gratuita y su respuesta, con una nueva sonrisa en la cara fue que no.

Al llegar al aeropuerto de Gatwick, misma historia, diferente idioma. La agente que allí había me miró tres veces y me dijo algo parecido a “Is this you?” A lo que yo no pude más que sonreír… me dejó pasar.

Realmente, viendo mi foto del carné de identidad, entre que está hecha de cerca, llevo gafas, el pelo rapado y aproximadamente unos 9 kilos de más… vale, y dos años más viejo, veo que algún pequeño matiz si que ha cambiado, pero tampoco creo que sea para tanto. Así que, a pedir hora para renovarlo. Aunque será el mes que viene, que éste, con el viaje a Disney estoy pelao!!!.

Cambiando de tema. Ya en la cola del avión, un tío con traje y corbata, bien plantado, aseado, súper elegante... vamos, si hubiera sido yo mujer o gay, le hubiera entrado... pues a los 2 minutos de haberlo visto, veo como el tío se saca un willy de la nariz, lo redondea, lo mira con deseo y... no sigo no vaya a ser que estés comiendo algo mientras lees estas líneas.

Una vez en el avión, una chica rubia, con el pelo recogido, sentada en el pasillo, una fila por delante de mí en diagonal (yo también uso pasillo). Bueno, te preguntarás el por qué del detalle del pelo recogido. A mí siempre me ha dado la sensación de que las mujeres con el pelo largo se lo recogen cuando, digamos, toca lavarlo. Cuidado, que no quiero tachar aquí a nadie con pelo largo de marrano. A lo que vamos, empiezo a ver como se rasca la cabeza. Con delicadeza, con dos deditos, bueno, con dos uñitas. Sigue. Sigue. De repente se nota algo en la cabeza, rasca un poco más fuerte, saca algo pequeñito, lo mira... y se lo mete en la boca. Dioooos, que asco me dio. Me recordó cuando los monos se despiojan, pero la muy marrana se comía lo que fuera, pero era suyo. No pude mirarla más en todo el vuelo. Se me acabó de revolver el estómago. Eso fue el principio del vuelo… y el principio del día.

Durante el trayecto le dí un codazo a una azafata, para colmo española, en esa parte en que la espalda pierde su buen nombre. Tampoco es que hubiera sido un codazo a cosa hecha, yo estaba descansando al animal (creo que se dice así al hecho de desperezarse). Imagínate la postura… correcto, con los brazos en cruz y los puños por encima de la cabeza… el resto del cuerpo estirado. Justo en ese momento pasaba ella tirando del carro de las bebidas. Desconozco el motivo, pero emitió un gritito un tanto extraño. Supongo que más por el susto. Le he pedido perdón, y me dijo que no… No sé si es que no me perdonó o que no hacía falta… Cuesta que me perdonen últimamente. Lo bueno es que al menos el final incluyó una sonrisa por su parte, lo que me hace pensar que no me lo tomó a mal.

La llegada no me ayudó al optimismo. Me fui a comer con X. en seguida, ya que era lo que tocaba en aquel momento. No hay nada peor que empezar a currar y a los 10 minutos tener que salir. Mejor comer primero y luego comenzar ya del tirón. Cuando nos disponíamos a comer sonó mi teléfono. Me dieron la magnífica noticia que hay que empezar a volver los viernes en vez de los jueves. Ya se sabe, necesidades del proyecto. Pero bueno, como ya he comentado en más de una ocasión, no voy a hablar aquí de temas profesionales. Pero imagínate la gracia que me hizo. Comimos, como no, un plato de pasta.

A eso de las 8:30 pm nos fuimos de la oficina. A las 9:30 ya duchaditos y en el Hall del hotel. No cené. No me apetecía lo más mínimo un bocata. Estuvimos con algún compañero más charlando un rato. Y a dormir.

Lo de meterme en la habitación del hotel sigo llevándolo mal. Me deprime. Esa soledad que te encuentras al cerrar la puerta de la habitación no hace migas conmigo. No me gusta ese tipo de soledad. Es quizás uno de los peores momentos del día.

Dormir es una pérdida de tiempo. Nos dejamos un tercio de nuestra vida en estado vegetativo. La vida es demasiado como para que perdamos tanto tiempo con eso… ¿no crees?

"La vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí, que no tiene ningún sentido." (No se de quien es, pero me gustó).

Buena suerte,

àlex Seguir leyendo...

domingo, 17 de mayo de 2009

Disneyland París. I


Capítulo 1. Llegamos al parque.

Ya te conté como nos fue el sábado, foto incluida en la autopista.

Dejamos el hotel Campanille de Saran a eso de las 9 de la mañana. Llegamos al Resort en el que nos alojábamos sobre las 11. Teníamos reservados dos Bungalows en el Davy Crocket Ranch. Está en la salida 14 de la A10, a unos 10 minutos del parque. La entrada del resort ya te da una primera pincelada de lo que te vas a encontrar después. Hay un lago enorme en el que se ven incluso pescadores.

Cómo todavía no podíamos acceder al bungalow (se podía a partir de las 15h), decidimos registrarnos e irnos al parque. Así que no vimos nada más del recinto. Lo dejamos para más tarde.

La llegada al parque nos dio la primera sorpresa. Esperábamos, siendo domingo, que el parking estuviera hasta los topes de coches. Nada más lejos de la realidad. Si bien el parking es enorme, no se había llenado ni la mitad. Aparcamos, nos comimos unos bocatas allí mismo y nos fuimos hacia el parque.

Del parking al recinto accedes mediante unas cintas tipo aeropuerto. Cubierto (allí casi todo está cubierto por el clima). Ese día no nos llovió, o al menos, yo ya no lo recuerdo. Después de 10 minutos caminando, recuerda que llevábamos siete niños con nosotros, llegamos hasta el acceso. Allí hay dos parques, el de Disneyland y el de Disney Studios. Además está el Disney Village, pero eso es un complejo de tiendas únicamente.

Por cierto, mientras caminábamos nos cruzamos con 3 tipos vestidos con traje militar y unos fusiles que daban pánico. Iban mirando todas las papeleras. Supongo que tema anti terrorista, pero a mí no me daba mucha confianza verlos por allí con aquellos trastos.

Nos fuimos hacia el de Disneyland, el más grande de los dos y también el que más tiempo lleva abierto. Primero el control de seguridad. Allí te miran todas las bolsas que llevas. No para ver si llevas comida, como te hacen aquí en los españoles. Supongo que buscan otro tipo de materiales que hagan pupa. De cualquier modo, sólo nos miraron el bolso de mi mujer. Las bolsas que llevábamos en el carrito doble de bebés que llevábamos ni si quiera las miraron. Me pareció algo relajada aquella seguridad. Supongo que irá más por el tema psicológico, pero no sé qué decirte.

La entrada del parque es chula. Un castillo enorme con un reloj de Mickey en que va apuntando las horas con las manos.

Accedimos al parque y decidimos coger un tren que da la vuelta al recinto. Pensábamos que te lo enseñaba todo, pero no, sencillamente hacía eso, daba la vuelta al recinto. Esperamos unos 15 minutos a que llegara y claro, dimos la vuelta para bajarnos de nuevo en la misma estación.

Tras este primer chasco, nos fuimos hacia las atracciones. Esperábamos encontrarnos por allí a todos los personajes Disney dando vueltas, pero nada, ni uno… Tiendas y puestecitos en que vendían todo tipo de artículos relacionados, los que quieras, pero personajes Disney ni uno. Hicimos la primera cola brutal en la típica atracción de los avioncitos, aunque en este caso en vez de avioncitos eran Dumbos. 30 minutos de cola por menos de un minuto de atracción.

Después nos fuimos a otra. Aquella se llama “Smart World”. Con una barca vas pasando por representaciones de todos los países del mundo. Realmente hay que reconocer que es bonito. A los críos les encantó. La música que sonaba de fondo era la misma que aparece en la película de Shrek, en la escena en que llegan a Duloc y un teatrillo de autómatas les da la bienvenida.



A nosotros también nos gusto. Prueba de ello es que repetiríamos días después.

Al salir de esta atracción, pillamos un desfile con todos los personajes Disney relacionados con las “Princesas” y el “Rey León”. Supongo que, si no tienes hijos, todo esto te sonará a chino, pero también has sido niño o niña en algún momento, verdad? Este fue quizás el momento en que me sentí más niño. Sobre todo por verle las caras a las crías. Fue algo realmente emocionante. Cómo lo vivían. Todo el rato gritándonos “Papá, Mamá, mira…”. Sólo por esos minutos, creo que valió la pena el viaje.

Por lo demás. Primera impresión del parque. Para mí es algo parecido a Port Aventura o cualquier otro parque temático, unido al mayor centro comercial de Europa. Que de tiendas. La entrada al parque te obliga a pasar por Main St. Aquello es una calle de unos 500 metros con tiendas y más tiendas. Lo bueno es que en todas venden lo mismo: artículos de Disney a precios astronómicos…

Nos fuimos para el Davy Crocket Ranch. Es una maravilla. Desde recepción hasta el bungalow que nos dieron, podía haber tranquilamente unos 3 o 4 kilómetros. Todo rodeado de bosque verde. Sólo se escuchan los pájaros. Se respira tranquilidad. El bungalow (alquilamos uno de los grandes) es enorme. Muy bien equipado. Todo parecía perfecto.

Nos fuimos a la piscina cubierta. No había mucha gente. Fuera llovía. Había Jacuzzi de agua caliente (no preguntemos, mejor). Todo con un agradable olor a lejía. Para pasar de la zona de vestuarios a lo que es la piscina, debías meter los pies en una especie de badén lleno de agua. Mejor tampoco preguntar.

Nos fuimos al bungalow. Cena. Y todos a dormir, que íbamos cansados y nos quedaba todavía mucho por delante.

De momento, la sensación es de fiasco. Esperábamos más “ilusión” y menos “comercio”. A ver qué nos deparaba el día siguiente.

"Piensa, cree, sueña y atrévete." Walt Disney (1901-1966)

àlex Seguir leyendo...

viernes, 15 de mayo de 2009

Fin de las vacaciones disney

Pues ya he vuelto de París... bueno, esa ciudad tampoco la he pisado durante la semana, pero había que decirlo.

Realmente vuelvo de un lugar en el que los sueños e ilusiones de los niños se hacen realidad cuando conocen a los personajes de sus películas y series favoritas de dibujos animados. A los adultos, también nos hace algo de ilusión pero...

Lo que voy a hacer va a ser publicar la experiencia que he tenido estos días en varios capítulos. Entre lo que me enrollo escribiendo, y lo que da de sí el tema, crearía una entrada kilométrica que seguro que no te leerías.

De momento, y para que te hagas una idea, decirte que esta experiencia se puede mirar desde muchos ángulos, y yo voy a intentar explicártelo desde tres: El del niño que todos llevamos dentro, el del padre ilusionado y el del currante...

Creo que ha sido una buena experiencia. Imagina. Cuatro adultos. Siete niños. Dos mil cuatrocientos kilómetros. Dos vehículos. Una semana. Aproximadamente mil quinientas fotos. A ver si soy capaz de contarlo.

Estate atento...

Un adelanto de Disney visto desde el punto de vista del currante:



Comer para vivir, robar para comer... (Aladdin)

Buenas noches y buena suerte,

àlex Seguir leyendo...

domingo, 10 de mayo de 2009

Salimos para Disneyland

930 kilómetros. Dos coches. 4 adultos. 7 niños. Ecuación chula verdad?

Pues no ha sido tan malo como inicialmente habíamos pensado. Bueno, sí, es cierto, hemos hecho más paradas que un autobús, pero así también hemos estirado más las piernas.

Salimos a las 6 de la mañana, y hemos llegado a Orleans (unos 100 Km de parís) sobre las 19h.

El viaje ha sido movidito, pero se han portado la mar de bien. Unas películas, unas patatas y todo rodado. Desde luego no se como se lo hacían nuestros padres cuando nos llevaban a viajes de 1000 kilómetros en un 127 y sin DVD... horrible.

Me han cascado una foto a 110 por dónde se podía ir a 90. Lo peor de todo es que te avisan que vas a encontrarte con un radar, y no lo he visto. Para colmo, me la han hecho por delante, vamos, que hemos salido los dos guapísimos en la foto para la gendarmería. Tengo la esperanza de que no nos llegue a casa. Pero seguro que cuando volvamos a casa, tengo la carta en el buzón.

Por lo demás, poco a destacar. Las autopistas francesas te permiten ir a 130... si no llueve, si lo hace, entonces a 110. Y el paisaje es verde, totalmente verde.

Mañana vamos al resort. A ver que tal. Llegaremos sobre las 10 de la mañana. A diferencia de este Campanile en Saran, un hotel de 2 estrellas por 4 chapas y que incluye WIFI gratis, el hotel de Disney, que nos ha costado más caro, no lo tiene ni de pago, así que no se cómo lo haré. Igual ésta es la última entrada hasta que regrese a Barcelona. Ya veremos.

El hotel en el que estamos hoy es el típico de las películas americanas. A las habitaciones se accede desde la calle y, por dentro, son bastante "austeros", pero bueno, para dormir...

Espero que tú también lo estés pasando bien.

Buenas noches y buena suerte,

àlex Seguir leyendo...

viernes, 8 de mayo de 2009

Un descansito...

El día después al Chelsea- Barça fue algo de lo más increíble. Salimos del hotel por la mañana con una alegría que se veía a distancia. Seguíamos cantando:

Oh le le
Oh la la
Ser del Barça és
El millor que hi ha

Eramos los reyes de la creación en aquella zona de Inglaterra. La llegada a la oficina fue triunfal. Todos los compañeros ingleses nos miraban. Sonreían. No se atrevían a decir mucho. Pero nosotros los hicimos partícipes de nuestra alegría. Ahora esperan que el M. United nos de nuestro merecido. Yo espero que se equivoquen.

No voy a hablar de nuestros compañeros del Madrid. Hubo uno que incluso nos pidió que paráramos ya. Supongo que no podía soportarnos en una semana de gloria como ha sido ésta.

El regreso a casa fue entre amigos. El avión estaba repleto de seguidores del Barça. Pudimos echar alguna risa.

Me voy a ir a dormir. Mañana tengo que madrugar. Empiezo unos días de descanso junto a la familia. Creo que va a ser el colofón final a estos meses en que mi mente ha estado algo atormentada.

No creo que pueda escribir durante estos días. Serán pocos. Serán siete. Espero que seas paciente. Que estés ahí cuando vuelva. Que sigas honrándome leyendo mis humildes líneas y animándome a que siga haciéndolo.

Hablamos en seguida. Nos vemos en un ratito.

Espero que tengas una feliz semana. Espero que seas capaz de hacer un reset. Deseo que todo vuelva a la normalidad más absoluta y que todos los fantasmas desaparezcan por fin.

"El arte del descanso es una parte del arte de trabajar" Elbert Hubbard (1856-1915)

Buenas noches y buena suerte,

àlex Seguir leyendo...

jueves, 7 de mayo de 2009

6 de mayo: Gran noche. Gran Barça. Gran Iniesta.

Describir la noche de ayer no va a ser fácil, ni siquiera par alguien con cierta facilidad para hablar como podría ser mi caso. Creo que sí que puedo usar dos palabras, haciendo referencia a cierto torero: IM PRESIONANTE.

La emoción por el partido que se iba a jugar por la noche estuvo presente en los cuatro culés que estamos aquí. Teníamos claro que iba a ser una noche mágica. Teníamos claro que íbamos a sufrir mucho. Ante nosotros teníamos al mejor cerrojo de Europa, al Chelsea. Sabíamos que iban a hacer un planteamiento táctico defensivo, pero nuestra mente no podía adivinar lo que más tarde iba a suceder sobre el terreno de juego.

A eso de las 19:30 hora inglesa (recuerda, una hora menos, como Canarias) salimos de la oficina. Nos dirigimos a un pub llamado “The Bear”. Un pub pequeñito, no cabe mucha gente, y la TV tampoco es grande, pero era el único pub en el que retransmitían el encuentro. Llegamos allí y nos pedimos la primera cerveza. Había gente allí a aquellas horas. Gente que venía a lo mismo que nosotros, a ver el partido.

En seguida se dieron cuenta de que nosotros no éramos ingleses. Creo que siempre queda claro, por nuestras caras, nuestra manera de vestir, nuestra forma de coger la botella de cerveza, nuestros gestos, nuestro idioma a la hora de hablar… Vamos, que no hace falta ser un Lince. Al principio estábamos algo preocupados por cómo íbamos a salir de allí. Eran muchos. Estaban bebidos antes de empezar el match.

Empezó el partido y empezamos todos a gritar. Creo que le dimos un gran ambiente al pub. Un ambiente de buena lid. Estaban pendientes de nosotros. Algunos incluso ya empezaban a intercambiar algún comentario con nosotros sobre lo que pasaba o no sobre el campo.

Minuto 10. Maldito minuto 10. Essien metió el gol de su vida. Un gol que no lo paraba ni San Iker Casillas. Un rebote. Una bolea. Un larguero. Se hizo un pequeño silencio entre nosotros cuatro y ellos cantaron el gol. Lo cantaron con pocas ganas. Todo hay que decirlo. En aquel momento nos dimos cuenta de que el Chelsea tampoco tiene tantos amigos en Horsham.

A partir de ahí, el Chelsea hizo su juego. Nos recordó a Grecia en aquella fatídica Eurocopa. Un juego horrible, aunque ellos iban chutando a puerta. Quedaban todavía 80 minutos de juego. Nos preparamos para sufrir. Nos pedimos otra cerveza.

No había forma, el Barça no entraba. El Chelsea defendía. Messi no estaba. Etoo no lo conseguía. Alves jugaba por alto. Nosotros gritábamos. “Nooo, por arriba nooo.”.

Cuando acabó la primera parte ya teníamos la adrenalina a tope. Estábamos eufóricos. Estábamos a tope de sufrimiento. Pero creíamos. Creíamos que podíamos. Ellos también.

En el momento del inicio, hice una predicción. Mi predicción. Marcamos en el 92. Bueno, podría haber dicho cualquier otra cifra, pero dije esa. Si no hubiera acertado, pues hoy no nos acordaríamos, pero lo dije… 92.

Seguimos sufriendo. Íbamos viendo las payasadas de Drogba. Creo que a este tío deberían darle el Oscar al mejor actor. Cómo lloraba. Gritábamos “Pobrecito el nene que se ha hecho pupa” y los ingleses, que no nos entendían las palabras, nos entendían el tono. Reían. Reían mucho.

El ambiente cada vez era mejor. Nosotros rugíamos con cualquier jugada. Pedíamos tarjetas. Cada vez que gritábamos o levantábamos la mano pidiendo tarjeta, los que estaban detrás de nosotros gritaban y reían. Reíamos juntos. Un abuelo que tenía a mi lado me recordaba que no habíamos hecho ni un solo chute entre los palos. Otro tío a nuestra derecha no paraba de comentar que el Barça lo hacía fatal.

En el 66, el gran actor que es Drogba, se tira a la piscina y cartulina roja a Abidal. Nos hundimos, debo decir que fue un jarro de agua fría. Los ingleses asentían con la cabeza. Nosotros decíamos que no. Que había sido un piscinazo. Nos reíamos de forma irónica. Ellos cada vez más contentos.

Llegamos al 90. Alguno ya se ponía la chaqueta. Otros cantaban. Otros rugíamos. Nos quedamos hasta el final. En la pantalla se resumía el encuentro. El Barça había chutado 13 veces, ninguna dentro de la portería. Mi amigo, el abuelo, me decía que no habían hecho ningún chute bueno. Me decía que ya eran 4 los penaltis que nos habían perdonado.

En esos momentos, todos los ingleses cantaban. Reían. Nos daban el pésame. Teníamos con nosotros a dos amigos merengones que se lo estaban pasando en grande (aunque sé que en lo más profundo de su corazón, querían que el Barça llegara a la final, a pesar del 2-6 del sábado).

Todo estaba en contra. X. y J. ya se ponían las chaquetas. Llorábamos. X. se puso a rezar y, de repente, sin saber cómo, le llegó el balón a Iniesta e hizo lo imposible. Hizo lo que no suele hacer. Marcó. Recuerdo que vi el minuto. Recuerdo que vi la pelota en el fondo de la red. Recuerdo que se hizo un silencio. Nosotros gritamos. Nos abrazamos los cuatro. Saltábamos. Reíamos. Rugíamos. No nos lo creíamos. Qué celebración. Toda nuestra adrenalina y rabia salió en aquel momento. Estuvimos un rato saltando.

Las primeras caras que vi fueron las de los merengues. No se lo creían. Qué mala cara. Inmediatamente me acerqué a los supporters ingleses que teníamos detrás a darles la mano. Uno de ellos hasta me abrazó. Qué bueno. Cómo nos reíamos. Qué caras que tenían algunos. Normal. En el minuto 92. Todas sus ilusiones al garete. En aquel momento, no había nadie del Chelsea, todos eran o del Mancherster U. o del Arsenal. Todos querían que ganara el Barça. Todos nos daban la mano. Nos felicitaban. Gran deportividad. Gran educación. Gran fiesta.

Salimos del bar cantando, coreando, gritando. Estábamos solos en la calle. Los merengues se alejaban de nosotros. Se avergonzaban. Nosotros seguíamos cantando. Nos daba igual todo. Llamábamos a los nuestros. Criticábamos el fútbol del Chelsea. Rugíamos. Cantábamos. Sonreíamos. Nos dejábamos la voz en aquella fría calle. Daba igual.



Acabamos comiendo un pato y medio en un chino. Una sola cerveza más. No podía más. El dueño del bar se puso tan contento por la victoria del Barça que nos invitó a una copa al final del partido. Algo que un compañero describió como “Moscatel aguado”. Me jode darle la razón. Pero la tenía.

Creo que ha sido una experiencia inimaginable. Sobre todo por el “fair play” exhibido en todo momento dentro del pub. Nos lo pasamos en grande. Creo que deberías ver un partido así en minoría en un lugar como éste. Nosotros repetiremos. Dentro de tres semanas la final en Roma. El mismo pub. La misma gente. Espero que el mismo final.

“La victoria es del mas perseverante.” Napoleón Bonaparte (1769 - 1821)

Buenas noches y buena suerte,

àlex Seguir leyendo...

martes, 5 de mayo de 2009

Volamos en martes

Hoy ha sido un día tremendamente divertido. Además, el hecho de volar en martes en vez de en lunes, hace que te tomes ya las cosas de otra forma (ayer era festivo en Londres y nos quedamos trabajando en Barcelona).

Por la mañana, a eso de las 9:15, he llegado al Aeropuerto. Allí estaban ya los compañeros esperando. Ellos ya tenían su tarjeta de embarque, con su Speedy Boarding pintado a mano en la misma, un nivelazo, vamos. Te pintas tú mismo el SB en la tarjeta y venga, a volar.

Nos hemos subido a pasar el control de seguridad. En la escalera mecánica que hemos usado para subir (no nos íbamos a cansar de buena mañana) iba delante nuestro un tipo con una bolsa cargada a la espalda que era más grande que él. Parecía que llevara dentro todas las raquetas de nuestro magnífico Rafa Nadal. Por un momento, pensábamos que se nos caía encima.

Al llegar al punto de control, el guarda que chequea las tarjetas de embarque estaba muy, pero que muy contento… estaba cantando el tío. Al ver mi tarjeta de embarque me ha dicho que igual volábamos con el primer equipo del Barça, por aquello de volar a Londres, aunque después ha rectificado, no sé si al ver la hora o al ver que volábamos con Easycrap.

Al rato de estar esperando nuestro vuelo, que no ha llegado con retraso, por cierto. Me ha dado por ir un momento al servicio, mientras mis dos compañeros de viaje iban hacia la puerta 50 a hacer cola. De repente, dos quinceañeras gritando como locas… “Xavi, es Xavi”. Pues sí, lo era, estaban llegando todos los jugadores. Por cierto, antes habíamos visto a Laporta… Me lo imaginaba de otra forma es más bien bajito y entrado en peso. Me ha recordado a “El Padrino”, no sé por qué.

No hemos visto a Messi, pero hemos visto a Xavi, Piqué, Puyol, Iniesta, Alves y Hleb (¿se escribe así?). Todo el mundo se hacía fotos, todo el mundo estaba alborotado. Es divertido ver la ilusión que tiene la gente por cosas así. En el avión hemos volado también con Imma Pedemonte. Para el que no la conozca, fácil, es una histórica de los programas deportivos de la TV autonómica de Catalunya. Por cierto, como cambian sin estar ante la cámara tan maquilladas.

Hoy hemos vuelto a volar con estudiantes, así que ya sabes, aplausos al despegar… y aplausos al aterrizar.

Nos hemos vuelto a sentar en la puerta de emergencia. Delante nuestro un hombre con gran humanidad, vamos, enorme, con la cabeza rasurada y una gran barba. Me ha recordado a un grupo de Sitges, pero no voy a entrar en eso. La auxiliar de vuelo (vamos, la azafata) nos ha venido a explicar lo de la puerta de emergencia. Una chica, por cierto, muy guapa, con unos ojos muy bonitos. Nos ha preguntado si hablábamos inglés, y le hemos dicho que sí, que también Catalán y Castellano, y nos ha empezado a hablar en portugés… Vamos, no nos ha servido de nada la vacilada. Al final, no te explican nada, te dicen que si pueden contar contigo en caso de ayuda, les respondes afirmativamente (si no, te cambian a un sitio estrecho en el que no te caben las piernas) y te dicen que te mires las tarjetas que hay en el asiento para saber cómo se abre la puerta…

Durante el vuelo, muchas bromas y mucho cachondeo. Incluso una se ha sacado un pecho en el avión. Qué escándalo… (Bueno, yo no veo tanto escándalo en darle el pecho al crío, pero hay gente que no está muy acostumbrada).

Al llegar a Horsham, a innovar con la comida, es decir, al italiano.

Van habiendo novedades en cuanto al trabajo. Pero sigo sin tener claro hasta cuándo vamos a estar por aquí.

Por la tarde X. y yo nos hemos ido a hacer unos tiritos a la pista de básquet. Un poquito de deporte no va mal, sobre todo después de una semana parado. Joer el tío, como las clava, que muñeca tiene, lo que se ha perdido la selección. Yo, por otro lado, tan malo como siempre, encima, después de la operación, tengo la sensación de que no calculo bien las distancias, tiempo al tiempo.

Cena en el hotel, una hamburguesa. Como aquí cierran la cocina antes de las diez de la noche, hemos pedido a un compañero que nos las fuera encargando. Nos ha dado tiempo a llegar, ducharnos, y bajar. Después, unas poquitas de risas con algún compañero, y a dormir, que mañana nos espera un día duro con partido de Champions por la tarde (aquí empieza a las 19:45).

En otros aspectos, la cosa sigue igual. Yo sigo sin entender absolutamente nada, pero igual no hay nada que entender. Ahora ya somos un montón.

Ya cuento cómo va el ver el partido rodeados de ingleses. Puede ser interesante.

Buenas noches y… que gane el Barça

àlex Seguir leyendo...

lunes, 4 de mayo de 2009

La vida es más compleja de lo que parece

Tenemos tendencia a complicarnos la vida. Ya es complicada de por sí. Encima, al final, te mueres. Es una broma de mal gusto. Pero nosotros hacemos mucho esfuerzo en hacerla todavía más complicada. Tenemos una increíble habilidad para fastidiarnos a nosotros mismos. Complicamos hasta lo más sencillo.

No podemos decidir ni cuándo nacemos ni cuando morimos (bueno, algunos sí, pero prefiero no hablar de ellos). Tampoco podemos decidir al 100% qué hacemos en cada momento, o como vivimos la vida, por mucho que otros se empeñen en sus libros de auto ayuda que sí que podemos.

Nuestra vida depende de muchísimas variables, y alguna que otra constante. Pero sí que podemos decidir pequeños detalles. Pequeños detalles que al final tienen un gran impacto sobre nuestro futuro. Fíjate, elegí ir a Londres...

Quiero pensar que podemos elegir, sencillamente, sonreír. Podemos elegir también, hablar en vez de callar. Podemos elegir estar de buen humor en vez de estar de mal humor... porque ¿qué conseguimos con lo negativo?

Quiero pensar que las cosas se arreglan. Está claro que si no haces nada, no se arreglan, pero siempre oyes aquello de que todo tiene solución, excepto la muerte... que yuyu.

A mi, aunque hoy no te lo quieras creer, siempre me han destacado por mi optimismo. Si, lo se, no he sido un portento en ese sentido los últimos meses, pero soy humano. Incluso he tenido problemas por mi exceso de optimismo, por el buscar siempre el lado positivo de las cosas.

Hazlo, "be positive, my friend". Sé Feliz. Yo encaro esta semana más positivo que nunca, encima, veo cada vez mejor... Si, por mi operación de la vista, claro.

Una canción de de Jorge Drexler. Escúchala.



Piensa lo que quieras sobre por qué lo he puesto aquí. Seguro que aciertas... o no.

"Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único." Agatha Christie (1890-1976)

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