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martes, 19 de mayo de 2009

Cambios físicos

Creo que debo ir haciendo un pensamiento en cambiarme el DNI. Si bien lo tengo desde hace un par de años, creo que voy teniendo problemas con la foto del mismo. Bueno, con el DNI y el pasaporte, que usé la misma foto. En algún viaje anterior ya hemos echado alguna risa con la cara del policía que revisa mi DNI. Pero esta semana ya ha sido por partida doble. Cuando el lunes pasé por el control de pasaportes del aeropuerto de BCN, el policía me miró un par de veces y me dijo, con una gran sonrisa en la cara, que debería ir pensando en actualizar el DNI, que no se me reconocía como la misma persona. Le pregunté si ese cambio justificaba la renovación gratuita y su respuesta, con una nueva sonrisa en la cara fue que no.

Al llegar al aeropuerto de Gatwick, misma historia, diferente idioma. La agente que allí había me miró tres veces y me dijo algo parecido a “Is this you?” A lo que yo no pude más que sonreír… me dejó pasar.

Realmente, viendo mi foto del carné de identidad, entre que está hecha de cerca, llevo gafas, el pelo rapado y aproximadamente unos 9 kilos de más… vale, y dos años más viejo, veo que algún pequeño matiz si que ha cambiado, pero tampoco creo que sea para tanto. Así que, a pedir hora para renovarlo. Aunque será el mes que viene, que éste, con el viaje a Disney estoy pelao!!!.

Cambiando de tema. Ya en la cola del avión, un tío con traje y corbata, bien plantado, aseado, súper elegante... vamos, si hubiera sido yo mujer o gay, le hubiera entrado... pues a los 2 minutos de haberlo visto, veo como el tío se saca un willy de la nariz, lo redondea, lo mira con deseo y... no sigo no vaya a ser que estés comiendo algo mientras lees estas líneas.

Una vez en el avión, una chica rubia, con el pelo recogido, sentada en el pasillo, una fila por delante de mí en diagonal (yo también uso pasillo). Bueno, te preguntarás el por qué del detalle del pelo recogido. A mí siempre me ha dado la sensación de que las mujeres con el pelo largo se lo recogen cuando, digamos, toca lavarlo. Cuidado, que no quiero tachar aquí a nadie con pelo largo de marrano. A lo que vamos, empiezo a ver como se rasca la cabeza. Con delicadeza, con dos deditos, bueno, con dos uñitas. Sigue. Sigue. De repente se nota algo en la cabeza, rasca un poco más fuerte, saca algo pequeñito, lo mira... y se lo mete en la boca. Dioooos, que asco me dio. Me recordó cuando los monos se despiojan, pero la muy marrana se comía lo que fuera, pero era suyo. No pude mirarla más en todo el vuelo. Se me acabó de revolver el estómago. Eso fue el principio del vuelo… y el principio del día.

Durante el trayecto le dí un codazo a una azafata, para colmo española, en esa parte en que la espalda pierde su buen nombre. Tampoco es que hubiera sido un codazo a cosa hecha, yo estaba descansando al animal (creo que se dice así al hecho de desperezarse). Imagínate la postura… correcto, con los brazos en cruz y los puños por encima de la cabeza… el resto del cuerpo estirado. Justo en ese momento pasaba ella tirando del carro de las bebidas. Desconozco el motivo, pero emitió un gritito un tanto extraño. Supongo que más por el susto. Le he pedido perdón, y me dijo que no… No sé si es que no me perdonó o que no hacía falta… Cuesta que me perdonen últimamente. Lo bueno es que al menos el final incluyó una sonrisa por su parte, lo que me hace pensar que no me lo tomó a mal.

La llegada no me ayudó al optimismo. Me fui a comer con X. en seguida, ya que era lo que tocaba en aquel momento. No hay nada peor que empezar a currar y a los 10 minutos tener que salir. Mejor comer primero y luego comenzar ya del tirón. Cuando nos disponíamos a comer sonó mi teléfono. Me dieron la magnífica noticia que hay que empezar a volver los viernes en vez de los jueves. Ya se sabe, necesidades del proyecto. Pero bueno, como ya he comentado en más de una ocasión, no voy a hablar aquí de temas profesionales. Pero imagínate la gracia que me hizo. Comimos, como no, un plato de pasta.

A eso de las 8:30 pm nos fuimos de la oficina. A las 9:30 ya duchaditos y en el Hall del hotel. No cené. No me apetecía lo más mínimo un bocata. Estuvimos con algún compañero más charlando un rato. Y a dormir.

Lo de meterme en la habitación del hotel sigo llevándolo mal. Me deprime. Esa soledad que te encuentras al cerrar la puerta de la habitación no hace migas conmigo. No me gusta ese tipo de soledad. Es quizás uno de los peores momentos del día.

Dormir es una pérdida de tiempo. Nos dejamos un tercio de nuestra vida en estado vegetativo. La vida es demasiado como para que perdamos tanto tiempo con eso… ¿no crees?

"La vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí, que no tiene ningún sentido." (No se de quien es, pero me gustó).

Buena suerte,

àlex

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