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miércoles, 20 de abril de 2011

Otra anécdota en un taxi

La semana pasada me tocó ir a Madrid para apagar un "pequeño fuego" laboral. Nosotros llamamos fuego a un problema que tienen otros equipos en algún proyecto y que, tras tiempo intentando arreglarlo, no han podido hacerlo. En este caso, ni siquiera habían podido diagnosticarlo todavía...

Me fui en el AVE. Me he vuelto vago con lo de volar. Llegar al aeropuerto una hora antes, pasar por el control de seguridad en el que te quitan hasta el reloj, esperar, subir al avión después de hacer cola como un idiota (porque parecemos borregos a la hora de subir a los aviones). Luego, llegas al aeropuerto de destino y empezar a caminar y caminar para poder salir de allí... Prefiero el tren. Llegas quince minutos antes, tu maleta contigo. Te sientas, ves una película o trabajas... Y en cuanto al tiempo, entre pitos y flautas, es el mismo, con la diferencia que llegas al mismo centro de la ciudad.

Recuerdo que a alguien le encantaban las anécdotas que tenía con los Taxis hará un par de años. Igual hasta eres tú. Pues bien, el otro día tuve un viaje un tanto extraño con uno de los coches blancos con banda negra de la capital.

Cuando llegué a Atocha, me dirigí a la parada de taxis. Allí, un chaval con chaleco fosforescente exactamente igual al que nos obligan a llevar en el coche para usarlo en caso de avería (sólo para que nos vean, porque el chalequito no nos soluciona ningún problema, para eso, tiene que venir un mecánico)... Bueno, que me lío. El chaval me indicó el taxi al que debía dirigirme. Yo, muy obediente, me dirigí al vehículo. Cuando me quedaban un par de metros, una encantadora abuelita de pelo blanco se acercó al taxista. Le preguntó si estaba disponible, y éste le contestó, muy amable, que debía dirigirse al muchacho del chaleco.

Me subí al taxi. Previamente habíamos alojado mi maleta en el maletero del coche. De repente, desde un vehículo situado justo a la izquierda del que yo me encontraba, un tío alto, delgado, despeinado y con una camiseta blanca llena de lamparones, empezó a hablar con "mi chofer". Le preguntaba si le gustaba yo más que la señora. Me lo tomé a broma. Pero la cosa se fue calentando, resulta que se había cabreado y todavía no entiendo el por qué. La cuestión es que empezaron los dos a gritar, y "mi chofer", pobre idiota, no tuvo otra idea que la de ponerse al volante y cerrar la puerta. Eso, para cualquiera que haya conducido en zonas problemáticas, es sinónimo de error. Yo empecé a plantearme seriamente el bajarme. No tenía ganas de que me mancharan el traje de sangre. Intuía que el otro, desde fuera, iba a meter su mano, amablemente cerrada, dentro del coche hasta situarla en la cara de "mi chofer". Así fue, claro, pero el otro, el de los lamparones, chillaba mucho pero poco más, porque a lo máximo que llegó fue a meterle el dedo en el ojo al que estaba en el coche.

Vaya par de idiotas. Allí, gritando, dando un espectáculo... El mío, muy cobarde por cierto, le decía "que voy cargado, que voy cargado", aunque yo le dije que no se preocupara por mí, que yo podía coger otro taxi. Me miró mal. Así que tuve que pedirles a los dos que lo dejaran. No tengo claro por qué, pero me hicieron caso. Pero te lo creas o no, el resto de taxis, varias decenas, sólo actuaron como meros espectadores. Absolutamente nadie hizo nada. ¡¡Qué país!!

Yo iba al parque empresarial de las Rozas, y mi taxi, no sé si por los nervios, se perdió... Al menos el tío fue honrado y al parar para poner el GPS, paró el taxímetro.

Yo no sé si es que yo tengo imán, pero siempre tiene que pasar algo. Al menos, no me aburro...

Que vaya bonito,
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martes, 19 de abril de 2011

Recortes a la sanidad catalana

Estos días se está armando mucho revuelo por los recortes en la sanidad pública catalana. Entre unos y otros, parece ser que han dejado las arcas del sistema peor de lo que ya estaban y ha llegado el momento de "apretarse el cinturón".

Yo no entro en si unos tienen más o menos razones. Tampoco voy a entrar a criticar con lo de los viajes en tren de algunos señores del gobierno, pero todo lo que está pasando me trae a la mente grandes momentos vividos en ambulatorios, hospitales, servicios de urgencias...

Resulta que los profesionales de la sanidad están muy alborotados y quejosos porque ven peligrar sus puestos de trabajo y sus actuales salarios.

Hasta donde yo sé, en la seguridad social catalana, se hacen infinidad de horas extras que complementan los salarios de muchísimos trabajadores. Al parecer, los sueldos no son para tirar cohetes (como los de muchos trabajadores de este país) y, gracias a esas horas extras, los pueden mejorar para darse una vida más o menos digna en algunos casos y mucho más que digna en otros.

Entre esas horas y pequeñas "cosillas" que muchos de esos profesionales se llevan a casa cada día de nuestros centros sanitarios, parece que se pueden dar una vida algo más cómoda (creo que ya me quejé de esto a finales de marzo de 2009).

Pero como te decía, no quiero entrar en estos temas, que a buen seguro que alguno se me echará encima, y alguno de mi propia familia, que viven de su trabajo en la mencionada sanidad pública.

A mí, lo que me hace más gracia, es cómo los mencionados profesionales han salido a la calle para argumentar su disgusto con estas decisiones de la administración. Como decía, el fin último es que ellos pierden calidad de vida, y eso, está claro, que lo defenderíamos cualquiera de nosotros a capa y espada. Pero el argumentario no puede hacer otra cosa que llevarme al chiste de forges.

Entre muchas frases interesantes e "inteligentes" destaca una, al menos en mi opinión, en la que hablan que si la administración pública recorta el presupuesto, no nos podrán dar una buena atención...

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Ya he dejado de reírme. A ver, desde cuándo nos tratan bien en la sanidad pública??? No es precisamente la norma de la casa... ¿Has ido de urgencias durante un Barça Madrid?

La atención, salvo honrosas y destacables excepciones, suele ser de lo malo lo peor. Esas enfermeras malcaradas que no nos dan ningún tipo de información y que no tienen ni una sonrisa. Esas horas de espera en un servicio de urgencias sin mediar palabra, con unos médicos que ni nos miran a la cara y nos hablan con palabras que no entendemos. Esos diagnósticos sobre virus tras horas hacinados en una sala de espera, en la que además nos miran como si fuéramos idiotas.

A ver, lo de los recortes, no tengo ni idea si son o no necesarios. Posiblemente habrá otras formas de hacerlo, entre ellas, evitando el expolio de los hospitales por parte de los profesionales que trabajan en ellos. En cualquier caso, es una decisión que debería hacerla gente que entendiera (no digo que los que lo están haciendo tengan idea precisamente de eso). Pero por favor, que el personal sanitario de este país no nos tome el pelo al resto de ciudadanos. Que estamos hartos de pagar impuestos para que nos traten a patadas. Siempre tenemos que acabar yendo a un hospital privado, donde gracias al Dios dinero nos tratan mejor (y eso que pagamos menos al mes que para la sanidad pública).

Creo, personalmente, que algunos sectores de este país insultan deliberadamente a nuestra inteligencia e intentan sacar sus castañas del fuego utilizándonos como "rehenes". Cuando otras empresas tienen problemas, los señores de la sanidad pública no salen en su defensa, les importa, sencillamente, un huevo, porque ellos ya tienen su culito a salvo.

Así pues, señores profesionales de la sanidad pública, solucionen sus problemas sin usarme a mí como rehen. Explíquenme con claridad cuál es el problema y, si está en mis manos, colaboraré para que puedan salir adelante, pero sin chantajes y sin mentiras, que para eso ya tenemos a los políticos... Siéntense y dialoguen... Con un poco de suerte, llegan a buen puerto...
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