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domingo, 29 de noviembre de 2009

Harto...

Estoy harto. Sí, harto.

Harto de aquellos que insisten en complicarme la vida.
Harto de las personas que se complican ellos mismos la vida.
Harto de las personas que ayer te sonreían y hoy ni si quiera te hablan.
Harto de las personas que te dicen una cosa a ti y, a los cinco minutos, le dicen lo contrario a otro.
Harto de las personas que te hacen promesas y luego no las cumplen.
Harto de las personas que, por el motivo que sea, no te dicen lo que piensan.
Harto de las personas que dejan pasar una buena oportunidad por cobardía.
Harto de las personas que tienen dos caras.
Harto de los que se aprovechan de una posición para aprovecharse de los demás.
Harto de los que mienten.
Harto de los hipócritas.
Harto de los cínicos.
Harto de los que sólo piensan en su imagen.
Harto de aquellos a los que les preocupa "el qué dirán".
Harto de los que, pudiendo, no sonríen.
Harto de los que insisten en ser infelices pudiendo ser felices.
Harto de los que están enfadados más de cinco minutos.
Harto de estar harto.
Harto...

Y no, no te equivoques... Estoy mejor que nunca... Creo que el otro día, me lo decías, en una conversación telefónica, que se notaba mi estado de ánimo renovado en lo que escribo.

Pero sigue impresionándome el cómo somos. Sigue hastiándome la forma que tenemos de ser, de estar...

Creo que es bien fácil poder estar de buen rollo, sin cinismos, sin hipocresía.

Bueno, ya me he desahogado un poco... ¿no?

Y tranqui, que de ti, seguro que o estoy harto...

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

jueves, 26 de noviembre de 2009

¿Somos los tíos realmente unos guarros?

Siempre he escuchado, desde bien pequeñito, que los hombres somos unos guarros... Quizás ha tenido algo que ver que en casa fuéramos 4 hombres y una mujer. Quizás.

Recuerdo las guerras por dejar la ropa tirada por el suelo... joder, me estoy acordando de quitarte los calzoncillos, dejarlos caer hasta los tobillos, sacar un pie... y con el otro lanzarlos lo más lejos que pudieras, aunque se quedaran colgados en el pomo de la puerta, en la lámpara... dónde fuera... Vale, vale, dime lo que quieras, pero si eres un tío (o una tía) seguro que también lo has hecho pero te da vergüenza reconocerlo... o no?

Son pequeñas cosas...

Luego nos hacemos mayores, y tenemos nuestras costumbres. Algunos, más arraigadas que otras, yo me considero un tío más fino en eso, pero vienen otras cosas. No sé, me da incluso un poco de vergüenza contarlas aquí. Sobre todo las relativas a los gases. Salgan por dónde salgan. Porque claro, eso sólo lo hacemos los hombres. Si estamos en grupo, es todavía más divertido. Nos echamos unas risas que pa qué.

Está el tío que, con toda la naturalidad del mundo, se lleva la mano al paquete para colocarlo en su sitio. Joder. Es importante. No vas a estar incómodo. Si el calzoncillo te aprieta, o, se te ha ido para el lado equivocado, pues te la pones bien. No es un gesto obsceno. No es una ordinariez. ¿No nos ponemos el pelo en su sitio?? ¿No se "retira" Rafa Nadal el calzoncillo del "orto" antes de sacar? ¿¿No nos ponemos bien un zapato que se nos ha quedado tonto?? Pues eso, también ponemos bien lo más sagrado... el paquete.

Lo de los pedos ya es algo más desagradable. Me cuenta un amigo, J.J., lo del escupitajo al cielo. Me parece brutal. Divertido, pero brutal. Cuenta éste que un conocido suyo (sí, siempre es un conocido, nosotros no hacemos semejantes guarradas) estando con la pareja en la cama, se tira un pedo debajo de la sábana y, justo en ese momento dice: "Escupitajo al cielo"... Otra guarrada... Pues claro, ¿la pareja qué hace? Pues hace lo normal... taparse. ¿Con qué? Pues claro, con la sábana. Se sube la sábana hasta las cejas, y se lo come entero... Jodeeeeer....

Bueno, podría estar aquí enumerando infinidad de cosas que hace el macho. Que nos divierte. Pero reconozcámoslo tíos, cuando lo vemos en una mujer, por muy buena que esté, se nos llevan los demonios.

Al parecer, hace ya bastante tiempo, unos publicistas lo vieron claro y rodaron un anuncio. Ella está tremenda, pero acojona un rato...



Venga chavales, a cuidarlas, que esto son cuatro días mal contados y encima nos pasamos uno durmiendo, otro meándonos encima y los otros dos... currando.

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

lunes, 23 de noviembre de 2009

You are not alone

Hace mucho, mucho tiempo (así empiezan muchos cuentos) escuché una canción. Aún hoy, se me sigue poniendo la piel de gallina. Noto como la electricidad sube por mi columna hasta llegar a mi cabeza... Pasando por mi corazón... Depende del momento, una lágrima puede llegar a asomar en mis ojos.

Yo me he sentido muchas veces solo. En los últimos diez meses, ha sido una horrible sensación que se ha repetido con demasiada frecuencia. Sobre todo, cuando la puerta de la habitación del hotel se cerraba detrás de mí, y me quedaba dentro. Viendo un lugar frío... una cama solitaria... no quería estar ahí...

Hay momentos en los que parece que todo va mal. La vida se ríe de ti. Todo se vuelve en contra. No encuentras esa luz que te guíe. Te quieres perder, no quieres que nadie te vea así, piensas que todo se acaba... Por suerte, lo único que te ha pasado es que te has caído. Alguien te ha abandonado o bien te ha traicionado, quien sabe, pero tú te sientes fatal. Mires dónde mires le ves. Nada puede calmar tu angustia.

Pero de repente, una luz... tenue. Hay alguien ahí. Un amigo. Alguien que está ahí para escucharte, para hablar contigo, para volver a enseñarte el camino. Alguien que te ayuda a superar ese momento tan amargo. Un amigo. Un buen amigo...

Eso es una suerte. Quizás no todo el mundo puede decirlo, aunque yo me niegue a creerlo, porque quiero pensar que todos tenemos un buen amigo a quien acudir cuando las cosas van mal. Una persona a la que no le importa vernos en nuestro peor momento. Una persona que no se enfada porque en un momento dado tengamos una mala palabra, un mal gesto... una mirada...

De ahí que puedas pensar que no estás solo, que hay alguien más... Porque, al final, eso es así, por muy lejos que estemos de casa, tenemos a alguien que nos va a apoyar incluso en las causas perdidas, alguien que no va a juzgarnos por nuestros actos, alguien que, sencillamente, va a comprender y entender aquello que nos pasa, y que nos va a abrazar como un hermano... para hacernos sentir bien, aunque sea por un momento.

Las heridas cicatrizan... afortunadamente, y la vida es maravillosa. Podemos levantarnos otra vez. Luchar. Pelear por aquello que realmente vale la pena, y seguir nuestro camino hacia delante, sabedores de que, más tarde o más temprano, todo volverá a ser alegría, y encontraremos nuestro equilibrio, nuestra paz...

Que así sea. "You are not alone".



Quizás pueda cantártela bajo un árbol un día oscuro y frío... quien sabe... algún día...

Espero que no llores demasiado cuando escuches esta canción... Espero, eso sí, que te puedas emocionar, eso significa que todavía queda mucho camino por delante...

"La distancia no es razón para llorar, sino para tener algo por qué vivir." (Anónimo)

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

sábado, 21 de noviembre de 2009

Hay respuestas que matan

Hay infinidad de respuestas para las que un hombre normal no se está preparado. Es decir, o bien no sabe que contestar o bien lo desarma completamente.

Yo, he de reconocer, que hay pocas respuestas de una mujer (o de un hombre) para la cual no tenga una contra. Si me conoces, lo sabes. Creo que es una de mis mejores armas. Casi siempre digo la última palabra para provocar la ira de mi partenaire de discusión. Afortunadamente, por regla general, siempre es en clave de humor, por lo que no suelo enfadarme demasiado con nadie.

Pero sí que es cierto que hay respuestas de mujer que me desarman. No lo sé, quizás yo tenga algún tipo de complejo no superado, pero creo que necesito acabar siempre una conversación de forma que no queden dudas sobre lo que he intentado tratar en ella, vale, perdona, lo que hemos intentado tratar en ella.

Hay una, que ya tengo superada. Hoy por hoy, incluso me río. Recuerdo que hasta en una tira de Mafalda aparecía. En este caso no era una mujer la que respondía, lo hacía Guille, pero ante una estupenda afirmación de Mafalda sobre la llegada de la primavera, con una gran carga de emoción por parte de ella, él le soltaba un jarro de agua fría con una sencilla respuesta: “¿Y?”.

A mí, hace unos años, esa respuesta por parte de una mujer, dependiendo del caso, podía llegar a hundirme en la más triste miseria. Ahora contesto… Recuerdo a Mafalda y contesto… Me sonrío… Me voy. Claro está.

Pero últimamente he redescubierto una respuesta que hacía mucho tiempo que no recibía. Mi problema es que esa respuesta me deja sin argumentos. No sé que más decir. Además, lamentablemente es como un infarto. Deja una herida. Una herida que por mucho que se cure deja una pequeña cicatriz. Es una respuesta de aquellas que te hace preguntarte en ese preciso momento si merece la pena continuar hablando con esa persona. Luego, claro está, lo piensas en frío y procuras no darle más importancia, pero a mí me dura el empacho horas. Quizás es lo que hace que yo esté más tiempo mosca.

En estos momentos te estás preguntando que cuál es la respuesta a la que me refiero. Pues es esta: “No sé qué quieres que te diga”.

Me mata. Te lo juro. No puedo. Es superior a mí. Cuando una mujer me suelta eso ante cualquier cosa que le pueda estar contando o diciendo o preguntando, es que me hace sentir lo peor. Lo ves, verdad? Que le dices “No aguanto a ese tío o a esa tía por que...”… Te responde “No sé qué quieres que te diga”. Que le dices “Qué ha pasado, llevo un rato esperando”… Te responde, “No sé qué quieres que te diga”. Ya no te digo si entras en temas más íntimos y personales, prefiero no saber ya a qué punto vas a llegar.

En definitiva, que hay tropecientas mil respuestas que nos matan, a cada uno le mata una de ellas, pero supongo que, al final, lo que hay que hacer es decir a las personas que nos dan esas respuestas, si realmente nos importan, cómo nos hacen sentir cuándo nos las dicen. Posiblemente nosotros también haremos algo que molesta, pero ahí está la gracia de las relaciones humanas, que debemos ser capaces de compatibilizar nuestros caracteres para llevar una amistad o cualquier otro tipo de relación hacia delante. Yo, en mi caso, hoy ya se lo estoy diciendo a alguien.

Disfruta del resto del fin de semana, si te lo permiten…

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

viernes, 20 de noviembre de 2009

Regreso a UK, regreso al hotel

Hoy, un amigo, me ha llamado la atención por no haber escrito casi en toda la semana. Mi última entrada fue la del lunes. Me ha dicho que se aburría, que no tenía nada para leer. De alguna forma, me lo he tomado como un cumplido. Me gusta pensar que igual hay alguien que se entretiene leyendo mis paranoias varias.

Esta ha sido para mí otra de esas semanas raras. Otra de esas semanas para enmarcar. No he escrito por la sencilla razón de que salía más o menos tarde de trabajar y... Bueno, ya sabes que estoy de nuevo en Horsham, ¿verdad? Me he vuelto a quedar en el Hotel de Crawley, el Arora. Allí no hay conexión, aunque me han explicado un truco para poder tenerla. De cualquier forma, reconozco que me ha dado bastante palo (pereza) el llevarme la mochila todas las noches que cogía el tren o el taxi para volver a mi solitaria habitación.

Ha sido un reencuentro amargo. Me refiero al del hotel. Reconozco que me ha caído un poco mal. Además, en ese hotel, pasé algunas de mis peores noches durante los meses de marzo y abril. Casi en solitario. Se me sigue cayendo el alma a los pies cuando entro por la noche en la habitación. Siempre espero poder tener una última conversación con alguien, aunque nunca la tengo. La televisión no ayuda mucho. Me siento tan solo cuando se cierra la puerta tras de mí...

Además, las personas con las que en un momento dado he contado más durante estos diez meses de desplazamiento, tampoco lo han tenido fácil para que pudiéramos compartir una buena conversación alrededor de una cena o unas cervezas. O bien porque no están allí, o bien porque trabajan demasiado...

De cualquier forma, uno de los días, si que pude tener un rato de paz y tranquilidad. Fuimos al supermercado de Crawley, le ASDA, que no cierra nunca. Allí, compramos unos sandwitches y nos los llevamos al hall del hotel. Dónde estuvimos charlando de cosas banales hasta bien pasada la media noche. Son esos momentos en que te puedes olvidar del trabajo, de tus penas... con buenos amigos.

Lo bueno del hotel es el gimnasio. Poder ir por la mañana siempre te permite empezar el día con mejor pie. A mí, al menos, me va muy bien. Duermo mejor por las noches. Seguramente porque estoy cansado.

Por lo demás, soy feliz. Quizás hoy más, ya que estoy en casa con los míos. Y eso es lo mejor del mundo. Poder estar aquí con mi mujer y mis hijos... No le puedo pedir nada más a la vida. Bueno, sí, seguir teniendo amigos estupendos. Pocos. Pero estupendos.

Ahora estaré unos días en casa. Seguramente, me tocará trabajar alguno de ellos. Bueno, no nos engañemos, ya sé que me toca trabajar, pero estaré aquí.

Ah, se me olvidaba. He visto, por el facebook y por algún correo (no sé porque nadie pone los comentarios aquí en el blog en vez de hacer eso) que la entrada del lunes pasado os ha gustado. La escribí de corazón, lo prometo.

Creo que acabo de perpetrar una de mis peores entradas...

Una frase, que hace tiempo que no pongo ninguna. Una frase, además, al pelo de lo que viene siendo mi vida en los últimos diez meses, un pequeño infierno que lucho por convertir en el mejor de los paraísos, y creo que lo estoy consiguiendo...

"Somos lo que hacemos, pero somos, principalmente, lo que hacemos para cambiar lo que somos" (Eduardo Galeano)

Buenas noches y buena suerte,

àlex

PS: X. et trobem a faltar!!! (possiblement, jo el que més) [X. te echamos de menos (posiblemente, yo el que más)] Seguir leyendo...

lunes, 16 de noviembre de 2009

Héroes en la sombra

Todos tenemos nuestro súper héroe favorito. Recuerdo los tebeos de la Marvel. Spiderman, Superman, Batman, los Cuatro Fantásticos…

Después pasaron a la pantalla de cine. Qué momentos aquellos en los que salías intentando alzar el vuelo como… Te sentías el rey de la creación. Eras lo más de lo más.

Te haces mayor y tus valores y principios van cambiando. Todo se va modificando. Te has dado cuenta de que tu héroe es tu padre. Él todo lo puede. Él todo lo hace. Cualquier cosa que necesitas te lo consigue él.

Sigues creciendo y entonces, y sólo entonces, descubres a tu héroe real. Lo haces un poco más tarde. Aunque siempre lo has tenido claro. Cuando te caías en el parque ese héroe calmaba tu llanto. Cuando tenías fiebre, ese héroe venía, apoyaba suavemente sus labios sobre tu frente, y se quedaba contigo hasta que te volvías a dormir. Si tenías una pesadilla, ahí estaba. Siempre estaba ahí. Ese héroe, lo tienes claro, no era tal héroe, era una heroína. Era tu propia madre. Esa mujer que siempre velaba por ti. Esa mujer que lo había dejado todo en la vida por estar contigo cuando la necesitabas. En mi caso sigue estando ahí.

En muchas ocasiones he oído que los hombres siempre somos un niño pequeño. Un niño que cambia los brazos de su madre por los brazos de una mujer que se convierte, en algunos casos, en una segunda madre. Yo creo que no es mi caso. No seré, seguramente la persona adecuada para afirmarlo, pero estoy en la absoluta seguridad de que, dado mi estilo de vida, soy más independiente de lo que muchos puedan llegar a pensar.

Al final, te das cuenta de lo que realmente es un héroe. Y yo, en ese caso, si que he cambiado de una mujer a otra, porque soy consciente de que vivo con una auténtica heroína. Una heroína en la sombra.

Los cimientos de los edificios no se ven. Sólo vemos la fachada. Si podemos entrar en ellos, vemos su interior, pero los cimientos, esos, nunca los vemos. Todos sabemos, de cualquier manera, que son los que sostienen aquello que se ve. Si los cimientos fallan, toda la estructura se hunde. La que podía ser una hermosa fachada, entonces se cuartea, se resquebraja, quedando a la vista algo totalmente modificado, algo que ya no cumple con unas simetrías o unos cánones relativos a la belleza que sean los adecuados. Te parece feo, pobre, ruinoso.

Yo sé que me quejo, en algunas ocasiones, de mi vida. No de ella como un todo, si no en algunos aspectos. Vivo una vida relativamente cómoda. Cómoda para alguien egoísta que busca tantos momentos de independencia. Momentos de independencia que tengo gracias a la vida que me ha tocado vivir. En definitiva, disfruto de una relativa buena situación. Quizás, como ya sabes, lo que peor llevo es estar toda la semana fuera de casa, sin ver a los míos, sin ver, sobre todo, a los críos. Los hijos transforman tu escala de prioridades. Ellos están en la línea de salida, son lo primero. Puedes estar durante la semana sin ver a tu pareja. Hablando con ella por teléfono. Enviándote románticos correos electrónicos. Pero los de los hijos, es más complicado.

Y debo reconocer que mi status actual no sólo lo debo a mi gracia y a mi inteligencia (esta última bajo sospecha de no existir desde hace ya mucho tiempo). Todo lo que tengo, a día de hoy, a parte, por supuesto, de la herencia que me han dado mis padres (y no me refiero a una herencia material) se lo debo a la gran heroína de mi vida.

Porque en mi vida hay un héroe. Y no es de cómic. Tampoco de cine. Es un héroe de carne y hueso. Un héroe que trabaja, cuida a los niños, cuida la casa, cuida de mí… se olvida de ella…

Creo, de una forma apasionada, que la mujer está muy por encima nuestro, de los hombres. Creo que el hombre no es el rey de la creación, lo es ella. Los hombres siempre culpamos, ya sea de broma o en serio, a las mujeres de todo lo malo que ocurre. Ha sido siempre así, desde el principio de los tiempos, pero creo que ella es la que consigue que el mundo funcione. El problema es que lo hace entrando cada día por la puerta de atrás. Haciendo todo el trabajo sucio, en plan “grupo de élite”, y volviendo a salir al final del día por la misma puerta… para que nosotros nos pongamos la medalla.

Cuando somos niños nos damos cuenta de quién es el rey de la creación. Nuestra sociedad, una sociedad que todavía soporta grandes lastres en cuanto a discriminación se trata, hace que sea así.

Afortunadamente, cada día hay más mujeres que salen hacia delante y demuestran que están por encima de nosotros. Se levantan temprano, visten a los niños, los llevan al colegio, se van a trabajar. Un trabajo que en muchas ocasiones han reducido en horas (no en trabajo real) sacrificando un futuro prometedor. Un trabajo en el que les pagan menos por esa reducción de jornada, pero en el que siguen desarrollando exactamente el mismo trabajo que hacían cuando trabajaban las preceptivas ocho horas. Vuelven a casa. Preparan la comida. Ponen lavadoras. Se preocupan de que haya todo lo necesario. La ropa de los niños… Van a buscarlos al colegio. Les llevan la merienda que han preparado mientras hacían otra cosa. Los llevan al parque. Los llevan a casa. Los bañan. Preparan la cena. Los acuestan. Les cuentan un cuento… Tienden ropa. Recogen los trastos que han quedado por en medio…. Se dan una ducha rápida… Se van a dormir pensando en que mañana hay que volver al ataque…

¿Eres un hombre? ¿Pensamos en esto? ¿Cambiaremos algo?

Darles las gracias no es suficiente. Escribir esto tampoco lo es. Dedicarlo menos. Pero hoy lunes, es la mejor forma que se me ocurre de hacerles un pequeño homenaje o un pequeño reconocimiento...

Cuando era pequeño tenía muchos héroes. Luego descubrí a una. Las heroínas de la vida. Las mujeres que se preocupan por nosotros…

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

domingo, 15 de noviembre de 2009

I gotta feeling

Puede que seas uno de los que se preocupa un poquito por mí. Quizás no. Para serte sincero, no me voy a poner a pensar ahora en ello.

Si eres de los del primer grupo, te preguntarás que tal me ha ido el fin de semana. No voy a dar muchas pistas. Habrá que empezar a currárselo un poco. De cualquier forma, algo si que te voy a decir, quedaría feo no hacerlo, sobre todo si realmente te preocupas por mi felicidad.

Lo único que voy a compartir contigo es una canción. Ya sabes que soy muy amigo de hacerlo. Soy un peliculero de tres pares. Desgraciadamente, no puedo meter aquí el vídeo, pero te pongo el enlace, a partir de aquí, haz lo que creas. "I gotta feeling".

Dentro de un ratito cojo un avión a Londres. Voy a estar allí algo más de un mes... en principio... Ya veremos. Ya me conozco yo estas "temporalidades".

Lo que si que te puedo decir, es que parece que todo empieza a recobrar su sentido. Creo que ya lo he dicho en más de una ocasión, espero que esta sí que sea la refinitiva, pero veo, mejor que nunca, luz al final del tunel (y no es el faro la máaaaaaquina).

Hoy soy más feliz que ayer...

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

ICHO: Una experiencia casi religiosa

Una de las cosas buenas de la vida son las pequeñas sorpresas. Esas que te vienen sin más. Aparecen. No las buscas.

Ayer nos fuimos de cena. Quisimos un japonés. Si algo he aprendido en mi estancia en la isla de la reina madre es a abrir mi mente. Sí, lo que oyes. He abierto mi mente más de lo que te puedes llegar a imaginar. Sobre todo en el terreno culinario. Siempre había sido muy cerrado. La comida de mamá, y poco más. El resto, por supuesto, comida típica española y punto. Sigo sin querer comer ciertas cosas, es posible que mi mente no esté tan abierta, pero reconozco que mirando un año atrás, el hecho de haber probado diferentes cocinas internacionales, sobre todo asiáticas, ha sido un paso hacia delante en mi vida.

Lo que te decía. Pregunté a un gran amigo mío que es un crack. Siempre que necesito quedar bien con un restaurante, un vino o lo que sea, es mi gurú. En mi línea, no voy a poner su nombre. Sus iniciales son D.C. y he compartido con él grandes momentos aquí y fuera de este país.

Me recomendó el restaurante ICHO BCN. Está situado en la parte alta de la diagonal. Y es un sitio que, con una apariencia inicial un tanto de diseño, es la mar de acogedor. La decoración es muy agradable. Sin estridencias. A mi forma de ver, simple. Como me gusta.

Había reservado mesa (yo lo hice por correo electrónico). Cuando llegamos, empecé a adivinar cual iba a ser el trato durante toda la velada. Magnífico. Una cordialidad absoluta. Una sonrisa en todo el personal, mayoritariamente femenino, por cierto. Siempre está la misma persona cuidando hasta el más mínimo detalle para conseguir que la experiencia sea lo mejor posible. Un restaurante en el que, supongo que debido a su naturaleza, te inunda un entorno totalmente relajado. La presentación de la mesa, dentro de su simpliciad, te llama la atención por su buen gusto.

He de reconocer que iba un tanto en guardia. A mí, personalmente, el sushi no me gusta. Mis experiencias, igual contigo, en Londres, no fueron excesivamente buenas. Vale, no engañemos a nadie, mis experiencias allí fueron horribles.

A partir de aquel momento, decidí abrir completamente mi mente, aunque, por supuesto, evité el sushi. La carta de este restaurante no es muy abundante. No encontré que tuvieran una gran variedad de platos. Quizás ese es su encanto.

Primero un pequeño aperitivo. Una copa de cava y un langostino en tempura. Fantástico.

Como entrante, me dejé guiar por mi amigo D.C. y decidí pedir el plato estrella: Onsen Tamago (en la carta también está como Onsen Tomago), cangrejo de cáscara blanda en tempura y huevo cocido a baja temperatura. Aquí toqué el séptimo cielo. Un universo de sabores y texturas llenaron mi paladar. Creo que en mi vida había probado algo así. Si los manjares de dioses existen, seguro que ese es uno de ellos. La puesta en escena del plato no te deja indiferente. Una chica te explica exactamente en que consiste el plato. Cómo se prepara. Cómo se presenta. Cómo se degusta.

No voy a desvelarte más detalles. Para mí, es un lugar al que debes acudir si vienes a Barcelona. Olvídate de prejuicios culinarios hacia otras cocinas, si es que los tienes. La fusión de la cocina tradicional japonesa y la nuestra se dan cita en este gran restaurante.

Por cierto, la carta de vinos es muy extensa y los postres... un pecado.

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

viernes, 13 de noviembre de 2009

Un beso y una sonrisa

Siempre me he fijado mucho en las manos de una mujer. No creo que sea algo malo. De cualquier forma, creo que las manos, al igual que los ojos, dicen mucho de una persona. No sé por qué, pero es así.

De cualquier forma, lo que me enamora de cualquier persona, en el sentido más platónico del término, es su sonrisa... Creo que hay algo mágico en ese movimiento facial. Creo que hay personas que, con una sencilla sonrisa, son capaces de hacer que tu más absoluta oscuridad, se convierta en el día más maravilloso de tu existencia. Como cambia una cara. ¿No crees que es algo maravilloso?

Yo he de decir que lo primero en que me fijé en mi mujer, aunque ella hoy podría decir que es mentira, fue en su sonrisa.

Hay sonrisas que son capaces de elevarte hasta el paraíso. Hay sonrisas que pueden hacerte olvidar todo tu dolor. Hay sonrisas que se convierten en algo por lo que luchar.

En la portada de este blog, sí, a la izquierda, lo puedes ver: "Sonreír mueve 15 músculos, enfadarse necesita 34". Vamos, que es incluso más fácil sonreír que poner una mala cara.

Hay sonrisas famosas, y sonrisas que no son tan famosas. Yo, por cercanía, voy a quedarme con las que no son tan famosas, aunque para mí, sí que lo son... De todas maneras, la foto que pongo, es de una sonrisa bien famosa... Seguro que hasta mi madre se va a sonreír cuando la vea.

El otro día, pensando precisamente en eso, en lo que nos puede ayudar una sonrisa en un momento en que estamos algo depres, busqué en youtube y encontré esto... No buscaba precisamente este vídeo, ya sabes, siempre encuentras aquello que no buscas... Me pareció genial, sonrío al verlo. Me alegra. Me ilumina. Por si lo quieres ver:



Igual eres de los o las que no miran los vídeos que pongo, por lo que sea. Siempre los pongo por algún motivo, eso no lo dudes. Si me conoces sabes que raramente pongo algo sin pensarlo. Creo que no suelo dejar nada al azar... Todo, todo, todo, tiene un por qué. Aunque tú muchas veces me digas que no, que no lo tiene.

"Por una sonrisa tuya, subiría a la luna en bicicleta y bajaría sin frenos..."

Hoy, esta entrada, te la dedico a ti, que estás pasando por un mal momento.

Un beso y una sonrisa,

àlex Seguir leyendo...

jueves, 12 de noviembre de 2009

¿Por qué las mujeres tardan tanto... cuando val al baño?

Una amiga me ha enviado un correo en respuesta a la entrada de ayer. En él, me reenvía un texto que, presuntamente, da una respuesta a ese pequeño gran misterio que comentaba. Lo que pasa es que yo no acabo de creérmelo. Siempre había pensado que, los guarros en el lavabo, éramos los hombres, no las mujeres. Os pego el texto tal y como me ha llegado. Le he arreglado alguna falta de ortografía, lo he montado en párrafos como mejor he sabido y ya está.
El gran secreto de todas las mujeres respecto a los baños es que de chiquita tu mamá te llevaba al baño, te enseñaba a limpiar la tabla del inodoro con papel higiénico y luego ponía tiras de papel cuidadosamente en el perímetro de la taza. Finalmente te instruía: 'Nunca, nunca te sientes en un baño público' Y luego te mostraba 'la posición' que consiste en balancearte sobre el inodoro en una posición de sentarse sin que tu cuerpo haga contacto con la taza. 'La Posición' es una de las primeras lecciones de vida de una niña, súper importante y necesaria, nos ha de acompañar duranteel resto de nuestras vidas. Pero aún hoy en nuestros años adultos, 'la posición' es dolorosamente difícil de mantener cuando tu vejiga está a punto de reventar. Cuando TIENES que ir a un baño público, te encuentras con una cola de mujeres que te hace pensar que dentro está Brad Pitt. Así que te resignas a esperar, sonriendo amablemente a las demás mujeres que también están discretamente cruzando piernas y brazos en la posición oficial de 'me estoy 'meando''. Finalmente te toca a ti, si no llega la típica mamá con 'la nenita que no se puede aguantar más'. Entonces verificas cada cubículo por debajo para ver si no hay piernas.Todos están ocupados. Finalmente uno se abre y te lanzas casi tirando a la persona que va saliendo. Entras y te das cuenta de que el picaporte no funciona (nunca funciona); no importa... Cuelgas el bolso del gancho que hay en la puerta, y si no hay gancho (nunca hay gancho), inspecciónas la zona, el suelo esta lleno de líquidos indefinidos y no te atreves a dejarlo ahí, así que te lo cuelgas del cuello mientras miras como se balancea debajo tuyo, sin contar que te desnuca la correa, porque el bolso está lleno de cositas que fuiste metiendo dentro,la mayoría de las cuales no usás, pero que las tienes por si acaso... Pero volviendo a la puerta... Como no tenía picaporte, la unica opción es sostenerla con una mano, mientras que con la otra de un tirón te bajas la pantaleta y te pones en 'la posición'... Alivio...... AAhhhhhh.... por fin... Ahí es cuando tus muslos empiezan a temblar.... Por que estás suspendida en el aire, con las piernas flexionadas, los calzones cortándote la circulación de los muslos, el brazo extendido haciendo fuerza contra la puerta y un bolso de 5 Kg. Colgando de tu cuello. Te encantaría sentarte, pero no tuviste tiempo de limpiar la taza ni la cubriste con papel, interiormente crees que no pasaría nada pero la voz de tu madre retumba en tu cabeza 'jamás te sientes en un inodoro público!!', así que te quedas en 'la posición' con el tembleque de piernas... Y por un fallo de cálculo en las distancias una salpicada finíííííísima del chorro te salpica en tu propio culo y te moja hasta las medias!!! Con suerte no te mojas tus propios zapatos, y es que adoptar 'la posición' requiere una gran concentración. Para alejar de tu mente esa desgracia,buscas el rollo de papel higiénico peeero, nooo hayyyyyy...! El rollo esta vacío...! (siempre) Entonces suplicas al cielo que entre los 5 kilos de cachivaches que llevas en el bolso haya un miserable kleenex, pero para buscar en tu bolso tienes que soltar la puerta, dudas un momento, pero no hay más remedio... Y en cuanto la sueltas, alguien la empuja y tienes que frenar con un movimiento rápido y brusco, mientras gritas OCUPAAADOOOO!!! ahí das por hecho que todas las que esperan en el exterior escucharon tu mensaje y ya puedes soltar la puerta sin miedo, nadie intentará abrirla de nuevo (en eso las mujeres nos respetamos mucho) Sin contar el garrón del portazo, el desnuque con la correa del bolso, el sudor que corre por tu frente, la salpicada del chorro en las piernas... El recuerdo de tu mamá que estaría avergonzadísima si te viera así; porque su culo nunca tocó el asiento de un baño público, porque francamente, 'tu no sabes qué enfermedades podrías agarrarte ahí'... Estás exhausta, cuando te paras ya no sientes las piernas, te acomodas la ropa rapidísimo y tiras la cadena con un pie ¡sobretodo! muy importante. Entonces vas al lavamanos. Todo esta lleno de agua así que no puedes soltar el bolso ni un segundo, te lo cuelgas al hombro, no sabes cómo funciona la canilla con los sensores automáticos, así que tocas hasta que sale un chorrito de agua fresca, y consigues jabón, te lavas en una posición de jorobado de Notredame para que no se resbale el bolso y quede abajo del chorro... El secador ni lo usas, es un trasto inútil así que terminas secándote las manos en tus pantalones, por que no piensas gastar tu kleenex para eso y sales... En este momento ves a tu chico que entró y salió del baño de hombres y encima le quedo tiempo de sobra para leer un libro de Borges mientras te esperaba. '¿Por qué tardaste tanto?' te pregunta el idiota. 'Había mucha cola' te limitas a decir. Y esta es la razón por la que las mujeres vamos en grupo al baño, por solidaridad, ya que una te aguanta el bolso y el abrigo, la otra te sujeta la puerta, otra te pasa el kleenex por debajo de la puerta y así es mucho más sencillo y rápido ya que uno sólo tiene que concentrarse en mantener 'la posición' y la dignidad. ¡Gracias a todas por haberme acompañado alguna vez al Baño y servirme de Perchero o tenedora de Puerta!!!!..... pásalo a los hombres que siempre preguntan ¿porque te tardaste tanto en el baño...? ¡¡¡Que huevos!!!
Pues eso. Igual a alguien le sirve de respuesta válida. Creo que puede serlo, pero estoy convencido de que hay más... mucho más... Que vaya bonito,
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miércoles, 11 de noviembre de 2009

¿De qué hablan las mujeres cuando van al baño?

Ya desde que somos pequeños, se abren ante nosotros un cúmulo de misterios. Al principio son misterios poco importantes. ¿Cómo se queda mi pipí en el pañal y no sale? ¿Por qué me sale esto de la nariz? ¿Anda, esto se pone duro?

Bueno, no me lío, que luego sé lo que vas a decir.

Nos vamos haciendo mayores, y aparecen nuevos misterios. Cuando vemos a una chica (o un chico, dependiendo de tus gustos, claro), ¿por qué me pasa esto en el estómago? Y estos granos en la cara, justo ahora, ¿por qué, por qué, por qué?

Y sigue. Quizás, tú piensas en otros misterios más... grandes, pero prefiero quedarme con los misterios pequeños, esos que, si los pienso bien, incluso me hacen un poquito de gracia. Puedo reírme de ellos de forma simpática. Esos pequeños grandes misterios son los que le dan un poquito de salsa a la vida.

Pero el tiempo pasa, y llegas a misterios más grandes. No muchos. Creo que a estas alturas, a mí me quedan pocos misterios. Ni siquiera ya es un misterio como podemos subsistir en un país gobernado con estos chiquilicuatres...

Para mí, el misterio más grande, para serte sincero, y sin querer que nadie me tache ni de misógino ni de machista, es ese ser tan maravilloso llamado mujer. Igual tú eres una de ellas. Quizás. Buen rollito. Ya me conoces. Soy yo. Y soy así.

Hace tiempo creo que ya lo anoté por aquí, y no es que sea una sentencia precisamente mía, no, pero me gustó: "Las mujeres son para amarlas, no para entenderlas". Volvemos un poco a los calificativos que a buen seguro ya estás pensando hacia mí, pero nada, que el tema hoy va así.

Pero no quiero ponerme serio, que últimamente ya lo hago demasiado. Fíjate que hoy he estado tentado de poner por aquí el vídeo "Amor se llama el juego" de Sabina, pero he pensado, joder, ahora que parece que estoy en el buen camino hacia ese lugar llamado felicidad no voy a ponerme tristón ni ñoño, ¿verdad?

Hoy quiero comentar uno de los mayores misterios que existen para mí. Uno de esos pequeños grandes misterios que me hacen sonreír. Que cada vez que lo pienso me pregunto a mí mismo si soy tonto o algo parecido (y sí, tonto es el que dice tonterías según Forrest Gump).

A lo que voy. Te vas de fiesta. Bebes unas cuantas cervezas. Eres un tío. Este es un detalle muy importante en este momento de la historia. Eres un tío. Has bebido muchas cervezas. No nos engañemos. No tenemos límite. Claro. Luego, toda esa cerveza que ha entrado en tu barrigota, tiene que salir. ¿Por dónde? Eso... Está más claro que el agua. Te vas al lavabo. Joder, que ratos esos que pasamos en el lavabo con una cogorza y encontrándote allí a los colegas que llevabas media hora buscando por la disco...

Y, claro. Otro día, te vas con amigos y amigas. Todos beben cerveza, luego se pasa a los cubatas... tequilas... vamos, a beber como si se acabara el mundo. Eres joven, crees que nada va a destrozar tu duro estómago. Sois dos para dos. Un número perfecto. Nosotros, los tíos, los amos del mundo. Esa sonrisa estúpida en la boca. Esa superioridad. Te comes el mundo. Si más no, cuando eres como yo... claro...

De repente, ellas sienten la misma necesidad. Pero se van juntas. Hay que joderse. Ahí el primer misterio. ¿Por qué demonios se van juntas las mujeres al lavabo? Tú te quedas ahí, a tu bola, contento, un pedillo interesante. Te ríes de cualquier cosa. No piensas en gran cosa. Es la noche. Y de repente ves que vuelven. Cuchicheando. Sonriendo. Y te preguntas ¿De qué hablan las mujeres cuando van al baño? Por que claro, nosotros no hablamos de gran cosa. Bueno, sí, a veces, pero aquello no da para mucho. Tienes la pared delante de ti. Es frío. No sé. Es difícil de explicar. Como mucho esperas que el de tu lado no esté súper borracho y te reconozca justo en ese momento y se gire, gritando un "Hombre, Alex!" y te moje toda la pernera del pantalón.

Ellas, ¿qué han hecho allí? ¿De qué han estado hablando? Qué gran misterio. ¿Y por qué van juntas? ¿Qué pasa? ¿No se fían? ¿Creen que vamos a ir para allá?

Francamente, lo que daría por enterarme. Me da a mí que lo de ir a empolvarse la nariz, es un pretexto para confabular. ¿Están tramando algo? Me pregunto que debe haber allí. Seguro que nos esconden algo. ¿Lo harán de pie, como nosotros?

Está claro que es un misterio y que seguirá siendo un misterio. Uno de esos pequeños grandes misterios que harán que me pueda sonreír un día u otro charlando con alguna amiga o con algún amigo sobre ello.

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

martes, 10 de noviembre de 2009

Buscando el paraíso

Hoy es un día de aquellos raros. Ha amanecido gris... ahora sigue gris.

Quizás has leído mis últimas entradas. Puede que tú, que estás leyendo justo ahora estas letras, seas la persona que me ha preguntado:

"He visto por tu blog…. O al menos me ha dado la impresión… que no eres feliz… que te falta?"

Creo que nadie está del todo preparado para una pregunta así. Sobre todo, si te hayas en la situación en la que yo me encuentro. Sinceramente pienso que todos les falta algo. A él, tranquilidad, a ella, ese amor perdido, al otro, bienes materiales, al de más allá, un hijo, al del quinto, paz... No sé si me entiendes, pero nadie tiene aquello que anhela. Puedes decir que sí, que lo tienes, pero en el fondo los dos sabemos que no lo tenemos...

Quizás lo bueno de todo eso es, precisamente, buscarlo, sin descanso. Está claro, que cuando encontramos algo, cuando conseguimos lo soñado, ya pierde, en muchas ocasiones, su gracia.

Seguramente, habrá quien prefiera esconderse. Hacer el avestruz, dicen. Esperar a que la luz al final del túnel aparezca, y, como dijo alguien hace unos días, no sea el foco de la máquina. Algunas personas creen que lo mejor, ante un problema, es no hacer nada, y esperar a que se resuelva solo. ¿Tú eres de esas personas? Si lo eres, tampoco te preocupes, no vas a ser único o única en este mundo. Pero estoy convencido de que la vida hay que afrontarla de cara, sin miedo...

Yo tengo miedo. Lo reconozco. Tengo miedo de perder aquello que posiblemente no sepa que tengo. Tengo miedo de que desaparezca la magia. Tengo miedo de que la palabra reencuentro desaparezca del diccionario.

Hoy es un día de aquellos raros. Ha amanecido gris... y un amigo me ha dicho que escuchara una canción con los auriculares tan chulos que me compré en el aeropuerto (él tiene unos iguales). Una canción llamada "Looking for paradise". Alejandro Sanz y Alicia Keys. Me ha jurado que no había una intención oculta. ¿La has podido escuchar? A mí, hoy, me viene al pelo.



Sigo buscando... ¿Vienes conmigo?

àlex

PS: X., Merci!!!! Seguir leyendo...

lunes, 9 de noviembre de 2009

Un fin de semana para olvidar

Lo que en principio iba a ser un fin de semana de relax y reencuentro con la familia, al que le había añadido dos días más de fiesta, se ha convertido en lo más parecido a "un fin de semana para olvidar".

Todos mis planes se fueron poco a poco al garete empezando por el viernes, en el que me pidieron que estuviera de guardia el fin de semana. La guardia, acabó convirtiéndose, en un duro día de trabajo hasta bien entrada la media noche. El sábado no mejoró, todos mis planes de salir a cenar y tener una noche romántica, acabaron delante del portátil, trabajando... otra vez hasta más allá de la media noche.

El domingo empezó con el mismo plan. Llamadas, conversaciones por el messenger corporativo, correos electrónicos. Al final, al menos pude estar con la familia.

El lunes, dos de los críos enfermos. Esto te enseña a que hacer planes teniendo críos pequeños es, si más no, un riesgo que hay que asumir.

Uno ya no sabe cómo plantear las cosas. Quieres disfrutar de la vida, al menos de la mejor forma que puedas. Cada momento tiene su manera de disfrutarla. Hay que ir bebiendo la vida, poco a poco, como decía Alejandro Sanz en su canción Labana. Creo que ni todo el dinero del mundo te da opciones, bueno, igual sí, pero el amor, el cariño, no entiende de nada más que, precisamente, de amor y cariño. Quiero disfrutar. Lo intento. A lo mejor no sé hacerlo...



Que vaya bonito y... Suerte.

àlex Seguir leyendo...

domingo, 8 de noviembre de 2009

Workaholic

Mi primer periplo por Madrid ha finalizado de forma un tanto brusca. Qué vamos a hacerle, ¿no?

Las cosas son así, tampoco vamos a rasgarnos ahora las vestiduras, pero joder como escuece. Tenía ganas de estar un tiempo en España después de algo más de 9 meses desplazado en aquella isla... Ya me entiendes.

Esta ha sido una semana rara, muy rara. Hemos tenido de todo. Problemas profesionales, personales. Grandes conflictos. Algunos encubiertos. Otros que no lo son tanto. Me he tirado todo el fin de semana trabajando.

Qué grande la tecnología. Estoy superado por ella. Volviendo en el AVE, en vez de echarme una buena siesta, vine trabajando gracias a una tarjeta 3G que permitía a mi portátil conectarse con el trabajo para continuar y así no perder ni un minuto más de lo necesario. Creo que lo dijo Einstein, que nuestra tecnología ha superado a nuestra humanidad... es cierto. De esto te hablaré otro día. Me dedico a la tecnología. Ya sabes...

Peeeeeero, al menos me he comido mi bocata de calamares en Madrid. Nunca me había comido uno. Algo tan famoso. No podía ni quería perder esta oportunidad, así que le dije a mis amigos de la capital que el jueves quería ir a cenar tan digno manjar. Dicho y hecho, aún a pesar de algunas "molestias físicas", me llevaron.

Creo que se merece la fama que tiene. Me encantó. Un bocata y una cerveza enorme compartida. Eramos 4. Todos trabajamos juntos. Después ya nos fuimos a tomar unas caipirinhas. Bueno, eso yo, ellos se tomaron algún "sex on the beach" y algún Daikiri de limón.

Salimos tarde a cenar. Creo que empezábamos a las diez treinta, con lo que te puedes imaginar que acabamos tarde.

Esta situación se está haciendo un tanto complicada para mí. Creo que la vida es demasiado injusta. Nunca encontramos tan anhelado equilibrio. Yo, al menos, no lo tengo. Quizás no estoy en mi mejor momento. Quizás el trabajo está absorbiendo el resto de mi vida. Quizás, al final, sólo me quede el trabajo. Creo que hay un término inglés que hace referencia a lo que me está sucediendo "Workaholic". Algo parecido a una dependencia del trabajo. A ver que pasa.

Por cierto. Hoy quiero enviar un grande y entrañable abrazo a mi gran amigo Xavi, sí, hoy pongo su nombre. Ya lo había hecho. Así que nadie puede extrañarse.

Esta semana tengo un intento de fiesta tanto el lunes como el martes. A ver qué tal. El miércoles, vuelta a Horsham, vuelta a Londres. Te cuento.

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

De vuelta a UK... sine die

Los días no hacen más que empeorar. No acabo de entender que he hecho en alguna vida anterior... Bueno, no creo en esas cosas, pero es que, de verdad, no sé que he hecho para merecer esto.

Resulta que, después de 2 semanas en España, me vuelvo a otra vez a Horsham. ¿Qué te parece? A mí mal. Esto es un despiporre. Sigo pensando que para qué. No lo entiendo.

De cualquier manera, haré aquello que decimos siempre, "al mal tiempo, buena cara". De momento aguantaremos un poco, seguramente hasta enero del año que viene. Aunque me han dicho que estaré allí, "sine die". Mejoraremos el inglés... y no sé qué más... Algo mejoraremos. Iré al gimnasio del hotel, porque claro, ya no tengo piso.

Hoy, encima, he aprendido algo sobre la incompatibilidad de tomar un cortado mientras se trabaja y estás cansado.

Digamos que he derramado el café encima del teclado. Toma ya!!! Le he dado la vuelta al portátil, para que no entrara dentro mucho. He ido a buscar servilletas he limpiado la mesa, el teclado, los auriculares, el ratón, el disco duro... todo. El de mi lado, como imaginarás, se moría de risa. Por cierto, llevo dos semanas a su lado, y no hemos intercambiado ni un hola. 9 horas diarias. Somos increíbles. No sé ni como se llama.

Bueno, a lo que voy, que el teclado ha dejado de funcionar al rato. Venga a poner espacios en blanco... he tenido que apagarlo a lo bestia.

He bajado al departamento de soporte, muerto de vergüenza, y... me lo han cambiado. Han quitado el disco duro, la memoria, la batería, se la han colocado al nuevo y, en 10 minutos, otra vez currando...

Por cierto, te he dicho que me vuelvo a UK???

Voy a deprimirme un rato a la cama...

Buenas noches y buena suerte,

àlex Seguir leyendo...

Lo que vemos con los ojos nos oculta algo

Normalmente somos estúpidos. Eso es algo que he aprendido con el tiempo. Creo que los publicistas lo aprendieron mucho antes de que el mundo fuera mundo, porque se aprovechan de ello.

Todo lo hacemos con los ojos. Todo empieza por ahí. No voy a decir que envidio a aquellos que no ven, porque estaría mintiendo y, además, estaría cometiendo una insensata injusticia... o gran estupidez.

Reconozco que yo no soy diferente al resto de la humanidad. Al menos a ese resto que es lo que viene siendo "normal".

Entiendo por normal, aquello que está estereotipado. Aquello que hace que todos nos movamos como borregos tras una cosa u otra. Un desodorante que nos hace más machos. Una crema que hace más bellas a las mujeres. Una ropa que nos hace más guapos... Ya me entiendes. En definitiva, creo que nos dejamos llevar por una corriente dominada por unos cuantos que se enriquecen a nuestra costa. Unos cuantos que vendrían a ser el "Gran Hermano".

Pero bueno, no era mi intención hablar de eso, que me pone de los nervios.

Mi intención es la de darme cuenta de lo estúpidos que somos en cuanto a las personas. Siempre nos dejamos llevar por lo que vemos con los ojos. Punto. En muchas ocasiones, con eso es suficiente. Ya no nos dignamos ni a intentar conocer a lo que podría ser la mejor persona que hemos conocido en nuestra vida. A mí, me pasa. Lo reconozco. Me encierro. No veo más allá de mis narices. Me olvido de todo. Mando a alguien al ostracismo única y exclusivamente por llevar un botón de más abrochado en la camisa, o bien tener una apariencia distinta a lo que mi propio canon marca, y seguro que, ese canon, no es ni propio, si no que está esculpido por los artistas de la publicidad.

En definitiva, que estoy seguro de que lo que vemos con los ojos, no nos permite mirar con el corazón, y eso hace que perdamos las mejores oportunidades de nuestra vida. Eso, y el no luchar y el no dar la cara, pero eso, creo que es tema para otro día.

¿Y todo esto a qué ha venido? No tengo ni puñetera idea. Pero me ha salido así. Qué vamos a hacerle. Seguramente el ritmo tan divertido que llevamos últimamente y los problemillas que aparecen en el día a día con la gente que vas conociendo en el trabajo hace que llegues a este tipo de conclusiones estúpidas, porque vaya tostón el que he soltado...

Venga, que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

lunes, 2 de noviembre de 2009

Zumo de naranja

Que hay días en los que es mejor quedarse en casa, no lo estoy descubriendo yo aquí ahora. Hay veces que no te lo explicas pero todo parece salir al revés. Por suerte, no tiene por qué pasarle siempre a uno. En algunas ocasiones, esto le pasa a los demás.

Hoy quiero explicarte una historia. Un día. No es un día de furia. Por suerte son esas pequeñas cosas de las que uno, al cabo del rato, puede incluso reírse. Lo que sí que es cierto es que algo debe haber para que te sucedan...

Dos detalles.

A eso de las 6 de la mañana de un lunes, uno no está para muchas bromas. La concentración es escasa. Las ganas son las justas. No estás por lo que tienes que estar. Móntate la escena. Yo, sentado en un taburete alto, tipo barra de bar, con mi cortado en la mesa y un periódico. Él, porque en este caso es él, y no voy a decir que era X. por mantenerlo en el economato (licencia gomaespuma), llega. Coge un zumo de naranja, de esos que van embotellados. Se acerca a la mesa. Lo abre, desenroscando, para escuchar el "pop" del vacío. Seguro que lo estás viviendo. Deja el zumo encima de la mesa. Va a buscar un cortado. Vuelve. Feliz. Seguro de sí mismo. Queda poco para coger el tren y partir a Madrid.

En ese momento, decide que va a beber el zumo de naranja. Claro. Lo sabes. Todo buen zumo debe ser agitado antes de usarse. Lo coge con la mano. Lo agita.

Lo siguiente, si has estado atento, queda claro. Lo abrió. Dejó el tapón sobre la botella, pero desenroscado. Al primer movimiento, un chorro de zumo de naranja sale tras el tapón, que se va al techo. Ese primer chorro acaba en su camisa. El segundo, viene hacia mí. Yo, en un movimiento inusitado, del que ni siquiera me veía capaz, doy un salto cual gato salvaje y consigo que sólo me manche en la rodilla izquierda y los zapatos. Lo que hace la adrenalina y el miedo. Es impresionante. Llegamos a realizar actos reflejos y físicos que creemos que son inalcanzables para nosotros.

Supongo que imaginas que él ha terminado cambiándose de camisa. Mi pantalón está impoluto. No sé si es porque es un pantalón de una calidad media o si, sencillamente, el zumo de naranja no mancha.

Ya en el tren, el segundo asalto. Estando ya sentados, se encuentra un hilo que aparece cerca del botón de uno de sus puños. La camisa, como recordarás, recién puesta. "Uy, este hilito". Tira. Botón al traste. Resulta que el hilito era el mismo que permitía que el botón retara a las leyes de la gravedad quedándose en su sitio, vamos, que era con el que estaba cosido.

El día no ha ido mejor ya en Madrid. Comer en un chino (sí, en un chino, una semana después de volver, a un chino... sin comentarios). Cenar en la oficina una pizza él y yo solos porque los demás... Bueno, es igual. Seguramente algún día comentaré aquí las relaciones entre una persona como yo y otras que no son como yo y, además, tienen ocho o nueve años menos. Creo que lo pasaremos bien. Hablaremos de los juegos de los niños... que lo veo muy relacionado (sí, sí, lo de mamás y papás, el monopoly, policías y ladrones, quién es el jefe de la banda...).

Te dejo, creo que ha llegado la hora de acostarse. Ha sido un día duro, y mañana no pinta mejor.

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...

domingo, 1 de noviembre de 2009

Otro gran momento

Hoy ha sido uno de esos días que a buen seguro no voy a olvidar en mucho tiempo. Creo que nunca lo haré.

Te lo he dicho muchas veces. Me pongo pesado con el tema. Me estoy perdiendo muchas cosas de mis hijos. El otro día hice números y, de momento, ya me he perdido alrededor de un doce por ciento de su vida. Sí. Un doce.

Quizás no le darás mucha importancia, pero normalmente somos capaces de entender las cosas con números.

Voy a centrarme en lo que no me he perdido, es decir, un ochenta y ocho por ciento. Y de ese tiempo hay momentos muy buenos.

Hoy, por ejemplo, hemos enseñado al crío a montar en bicicleta sin ruedas laterales. Era un reto. Yo no sabía si íbamos a ser capaces, pero lo hemos hecho. Juntos. Ella y yo. Con él. Ha sido un momento de alegría, de risas, de emoción incontrolada... Un gran momento que hace que te olvides de cualquier otra cosa.

Lo mejor de todo es que he estado ahí. Tenía miedo de llegar un día a casa y que ya supiera montar en bicicleta. A mí me enseño mi padre, y yo quiero enseñar a mis hijos.

Lo hemos hecho entre dos. Las cosas salen mejor así.

Creo que afronto la semana con menos oscuridad ante mí. Si el jueves conseguí dormir bien, la noche del viernes y del sábado también lo he conseguido. Eso es bueno. Creo que mi mente deja de dar vueltas. Se está relajando. No espera nada de nadie. Sencillamente está abierta. Sin más. No sé si es la desilusión o si es la ilusión. Prefiero pensar que es la ilusión y que el día de hoy es un buen presagio de cara al futuro más próximo.

De momento, voy a apurar el último suspiro del domingo. Voy a tumbarme en el sofá con mis hijos y luego... ya veremos. Voy a estar un tiempo sin generarme expectativas, voy a dedicarme a mirar más allá sin esperar nada... Supongo que la felicidad volverá antes de lo que yo creo...

Que vaya bonito,

àlex Seguir leyendo...