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sábado, 21 de noviembre de 2009

Hay respuestas que matan

Hay infinidad de respuestas para las que un hombre normal no se está preparado. Es decir, o bien no sabe que contestar o bien lo desarma completamente.

Yo, he de reconocer, que hay pocas respuestas de una mujer (o de un hombre) para la cual no tenga una contra. Si me conoces, lo sabes. Creo que es una de mis mejores armas. Casi siempre digo la última palabra para provocar la ira de mi partenaire de discusión. Afortunadamente, por regla general, siempre es en clave de humor, por lo que no suelo enfadarme demasiado con nadie.

Pero sí que es cierto que hay respuestas de mujer que me desarman. No lo sé, quizás yo tenga algún tipo de complejo no superado, pero creo que necesito acabar siempre una conversación de forma que no queden dudas sobre lo que he intentado tratar en ella, vale, perdona, lo que hemos intentado tratar en ella.

Hay una, que ya tengo superada. Hoy por hoy, incluso me río. Recuerdo que hasta en una tira de Mafalda aparecía. En este caso no era una mujer la que respondía, lo hacía Guille, pero ante una estupenda afirmación de Mafalda sobre la llegada de la primavera, con una gran carga de emoción por parte de ella, él le soltaba un jarro de agua fría con una sencilla respuesta: “¿Y?”.

A mí, hace unos años, esa respuesta por parte de una mujer, dependiendo del caso, podía llegar a hundirme en la más triste miseria. Ahora contesto… Recuerdo a Mafalda y contesto… Me sonrío… Me voy. Claro está.

Pero últimamente he redescubierto una respuesta que hacía mucho tiempo que no recibía. Mi problema es que esa respuesta me deja sin argumentos. No sé que más decir. Además, lamentablemente es como un infarto. Deja una herida. Una herida que por mucho que se cure deja una pequeña cicatriz. Es una respuesta de aquellas que te hace preguntarte en ese preciso momento si merece la pena continuar hablando con esa persona. Luego, claro está, lo piensas en frío y procuras no darle más importancia, pero a mí me dura el empacho horas. Quizás es lo que hace que yo esté más tiempo mosca.

En estos momentos te estás preguntando que cuál es la respuesta a la que me refiero. Pues es esta: “No sé qué quieres que te diga”.

Me mata. Te lo juro. No puedo. Es superior a mí. Cuando una mujer me suelta eso ante cualquier cosa que le pueda estar contando o diciendo o preguntando, es que me hace sentir lo peor. Lo ves, verdad? Que le dices “No aguanto a ese tío o a esa tía por que...”… Te responde “No sé qué quieres que te diga”. Que le dices “Qué ha pasado, llevo un rato esperando”… Te responde, “No sé qué quieres que te diga”. Ya no te digo si entras en temas más íntimos y personales, prefiero no saber ya a qué punto vas a llegar.

En definitiva, que hay tropecientas mil respuestas que nos matan, a cada uno le mata una de ellas, pero supongo que, al final, lo que hay que hacer es decir a las personas que nos dan esas respuestas, si realmente nos importan, cómo nos hacen sentir cuándo nos las dicen. Posiblemente nosotros también haremos algo que molesta, pero ahí está la gracia de las relaciones humanas, que debemos ser capaces de compatibilizar nuestros caracteres para llevar una amistad o cualquier otro tipo de relación hacia delante. Yo, en mi caso, hoy ya se lo estoy diciendo a alguien.

Disfruta del resto del fin de semana, si te lo permiten…

Que vaya bonito,

àlex

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