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domingo, 1 de noviembre de 2009

Otro gran momento

Hoy ha sido uno de esos días que a buen seguro no voy a olvidar en mucho tiempo. Creo que nunca lo haré.

Te lo he dicho muchas veces. Me pongo pesado con el tema. Me estoy perdiendo muchas cosas de mis hijos. El otro día hice números y, de momento, ya me he perdido alrededor de un doce por ciento de su vida. Sí. Un doce.

Quizás no le darás mucha importancia, pero normalmente somos capaces de entender las cosas con números.

Voy a centrarme en lo que no me he perdido, es decir, un ochenta y ocho por ciento. Y de ese tiempo hay momentos muy buenos.

Hoy, por ejemplo, hemos enseñado al crío a montar en bicicleta sin ruedas laterales. Era un reto. Yo no sabía si íbamos a ser capaces, pero lo hemos hecho. Juntos. Ella y yo. Con él. Ha sido un momento de alegría, de risas, de emoción incontrolada... Un gran momento que hace que te olvides de cualquier otra cosa.

Lo mejor de todo es que he estado ahí. Tenía miedo de llegar un día a casa y que ya supiera montar en bicicleta. A mí me enseño mi padre, y yo quiero enseñar a mis hijos.

Lo hemos hecho entre dos. Las cosas salen mejor así.

Creo que afronto la semana con menos oscuridad ante mí. Si el jueves conseguí dormir bien, la noche del viernes y del sábado también lo he conseguido. Eso es bueno. Creo que mi mente deja de dar vueltas. Se está relajando. No espera nada de nadie. Sencillamente está abierta. Sin más. No sé si es la desilusión o si es la ilusión. Prefiero pensar que es la ilusión y que el día de hoy es un buen presagio de cara al futuro más próximo.

De momento, voy a apurar el último suspiro del domingo. Voy a tumbarme en el sofá con mis hijos y luego... ya veremos. Voy a estar un tiempo sin generarme expectativas, voy a dedicarme a mirar más allá sin esperar nada... Supongo que la felicidad volverá antes de lo que yo creo...

Que vaya bonito,

àlex

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