Total de páginas vistas

viernes, 22 de mayo de 2009

Gran partido de baloncesto

La del miércoles fue una tarde terrible. Pero no, no pienses que es que la cosa fue mal. Lo único que sucedió es que nos dio por rechazar una cortés invitación para beber GRATIS toda la cerveza que pudiéramos, saliendo una hora antes de trabajar, para irnos a las siete de la tarde a jugar un partido de baloncesto. Hasta este punto, seguro que te estás preguntando por lo de terrible. Ya verás, cuando acabe de explicártelo, lo entenderás.

Llegamos a la pista cuatro de nosotros. Estuvimos tirando un rato. Éramos dos españoles y dos ingleses. Bueno, creo que uno de ellos era kosovar, pero nosotros lo contamos dentro del equipo inglés. El que no es español, es inglés. Ahí ya empezamos a ver que esto del baloncesto no es su deporte nacional. Tras unos minutos tirando, decidí ir a correr un rato para calentar y evitar así posibles lesiones, que uno ya no tiene dieciocho años y tiene que cuidarse, bueno, eso y que llevaba casi tres semanas sin hacer nada con la historia de la operación de la vista.

Estuve corriendo poco, unos cinco minutos. Aproveché para conocer el parque. La pista de baloncesto está en un parque a 2 minutos andando de la oficina. Hacía una tarde espléndida. Un sol pocas veces visto por estas latitudes. El parque es genial. Una zona verde enorme con unos caminos estrechos asfaltados para poder correr o pasear. Un parque para niños súper completo. Una piscina cubierta (creo que dos compañeras y un compañero van a ir por las tardes, tiempo al tiempo). He dicho lo enorme que es la zona verde. Me entraron ganas de estirarme un rato allí y olvidarme de todo, incluso del partido de básquet, pero sabía que no podía ser, todos contaban con mi valiosa aportación al equipo, no podía fallarles (sí, esto es lo que se llama una ironía en toda regla). En una de las partes del parque había un montón de chavales practicando algún deporte de equipo que no me dio tiempo a identificar. No me paré.

Volví a la pista. Sabía que no debía jugar todavía, por precaución. Me dijo el médico que me operó de la vista que debía esperarme un mes. Han pasado 3 semanas.

Aún así, decidí jugar. No arriesgué mucho. Mi posición natural está en el poste alto. Una zona un tanto conflictiva, máxime si juegas contra un equipo al que le cuesta incluso botar el balón. Decidí no arriesgar demasiado. Está claro que jugando así, tampoco aportaría demasiado, pero lo importante era divertirse.

Balonazo en la cara después de tres rebotes con tres tíos con manos de mantequilla. Suerte que me dio en la piñata. No comments.

Empezamos jugando cinco contra cinco en una sola canasta. Por supuesto jugábamos un combinado español, digo combinado por ser de diferentes “equipos”, contra el resto (un kosovar, un finlandés, un indio y un par de ingleses). Por cierto, el amigo indio llevaba una camiseta negra del Real Madrid con el 9 de Ronaldo. Imperdonable. Jugar ese número de personas en una sola canasta es un poco complicado. En la otra, como hay una portería de fútbol, había tres adolescentes haciendo el tontorrón con una pelota de fútbol deshinchada y sus tres amigas estaban sentadas en el suelo mirándolos. Estampa tierna. A ver si se piraban pronto.

Una media hora después se fueron y decidimos jugar en dos canastas. Si hasta aquel momento nuestra supremacía no dejaba verse del todo, en cuanto empezamos a jugar en dos canastas el tema ya fue impresionante. Se dieron cuenta de que somos los campeones del mundo y subcampeones de Europa y olímpicos por algún motivo. Les metimos una buena. Al correr más, yo ya me animé también un poquito, aunque en todo momento tenía a mi amigo X. preocupándose por mi bienestar y recordándome que no entrara al contacto.

Durante el encuentro iba haciendo estiramientos en los gemelos. Sabía que en cualquier salto, si no lo hacía, se me iban a subir. Había alguno que otro que no entendía el por qué hacía eso. Qué vamos a hacerle, hay mucha ignorancia e incomprensión deportiva en este mundo. Y a todos nos gusta reírnos de cualquier tontería.

Ese partido duró aproximadamente una hora y cuarto. Uno de los ingleses pidió ya que acabara el partido. Supongo que no le estaba gustando nada el perder. Uno de los ingleses se fue, pero llegó otro compañero español. Nos dividimos e hicimos dos equipos sin importarnos nacionalidad, raza, sexo o religión (lo del sexo lo entenderás en breve).

Empezamos a jugar un partido más igualado. Ahí se noto la llegada del último. Venía fresco. Y lo hace bien. Nos machacó.

En un momento dado, me hicieron una defensa más típica de un equipo de seguridad de la aduana de un aeropuerto americano, aunque sin guante. No voy a dar más explicaciones. Fue desagradable. El mismo tío me regaló más tarde un balón para poder hacer una bandeja tranquilamente.

A las dos horas de partido tuve que dejar de jugar. Te preguntarás por qué. Y sí, te equivocas. No estaba cansado, bueno, sí, algo, el problema fue una mega rozadura que se me hizo en el dedo meñique del pie derecho. Una rozadura que ya se había convertido en herida. No quise dejar de jugar cuando noté que dolía. Sangraba. Sangraba bastante. Me caló el calcetín y la bamba. No, no exagero.

Creo que todos estaban esperando a que alguien fuera el primero, porque uno a uno fueron retirándose para acabar el encuentro. Además, ya quedaba poca luz.

Nos fuimos todos al tren. La estampa era maravillosa. Con el traje en la mano colgado de una percha. Con las bambas (para algunos, deportivas) y las pantorrillas al aire. Las caras coloradas (la mía más por un pelotazo). El chaquetón de lana sobre la ropa de deporte.

Nos subimos todos en el mismo vagón. Venía algún compañero que no había jugado a baloncesto. Todos aguantaban el olor de seis tíos de pelo en pecho que se habían tirado dos horas sudando. Creo que dejamos un olor a, como dirían otros, choto terrible.

Lo siguiente ya fue algo más extraño. Ducha en la habitación en diez minutos y al supermercado que hay cerca del hotel. Un ASDA que no cierra nunca. Un poquito de fruta y un zumito y a comerlo al Hall del hotel. Éramos pocos. Cuatro o cinco. Pero bien. Mejor de lo esperado. Recuperando.

Dormí fatal. Creo que el cansancio. El cansancio y el dolor del dedo meñique del pie.

"He fallado más de 9000 lanzamientos en mi carrera. He perdido más de 300 partidos. 26 veces confié en hacer el tiro ganador y lo fallé. He fallado una vez tras otra en mi vida. Y por eso he tenido éxito". Michael Jordan: Dios disfrazado de jugador de baloncesto.

Que vaya bonito.

àlex

2 comentarios:

  1. mayo 2009... y ahora agosto... sabes donde se juega al basket acabo de llegar...

    te lo agradeceria mucho

    pence22(arroba)hotmail.com

    Miguel

    ResponderEliminar
  2. La única cancha de básquet, por llamarla así, que yo conozco está en el parque de Horsham, cerca de la estación.

    Si buscas en google maps es fácil y no tiene pérdida:

    (http://maps.google.es/maps?f=q&source=s_q&hl=es&geocode=&q=horsham&sll=40.396764,-3.713379&sspn=11.941891,28.54248&ie=UTF8&ll=51.064725,-0.324574&spn=0.002407,0.006968&t=h&z=18)

    Ya contarás

    ResponderEliminar