Total de páginas vistas

lunes, 7 de septiembre de 2009

Comprensión

Todos necesitamos comprensión. Es un hecho. Y esa necesidad es un derecho inalienable.

Todos necesitamos amor. También es un hecho. También es un derecho inalienable. La gran mayoría de las personas necesitan confirmar ese amor. Algunas personas, entre las cuales me incluyo, aunque sentimos esa necesidad, no necesitamos que nos lo digan más que dos o tres veces al año. Sin embargo, existe otro grupo que necesita reafirmar ese amor de forma continua.

Si estás en mi grupo, ese tipo de persona no va a hacer jamás un dúo contigo. Igual consigues un dúo en el que no hay amor. O bien un dúo en el que el amor dura, tan solo, una noche. Quizás necesitas estar enamorado para tener una relación de una noche con otra persona. Pero no pasara de ahí.

Pero ya no sólo hablo de ese amor, del amor que profesamos por quien puede ser nuestra pareja, ya sea del sexo opuesto o de tu mismo sexo. Quiero hablar también del denominado amor fraternal, o el amor que profesamos hacia nuestros padres.

Ese amor siempre está ahí. Es un amor incondicional, en la mayoría de los casos, claro, siempre hay alguna relación imposible, aunque se comparta sangre y genes.

Pero dejémonos ahora el amor. En estos momentos, estoy pensando en la comprensión. Una comprensión que todos reclamamos a gritos, pero que en muchas ocasiones nos negamos a conceder a los que nos rodean, incluso a aquellos a los que queremos.

En muchas ocasiones, por no decir en todas, nos fijamos más en lo que pensamos nosotros, que en lo que preocupa u ocurre a las personas más cercanas a nosotros. En mi caso, es cierto, existen momentos, como estas últimas semanas, en que me encierro en mí mismo. Entro en una dinámica en la que quizás los acontecimientos me pueden, e intento salir de ellos sin ayuda, sin tener que molestar a nadie más.

Afortunadamente, como ya te dije ayer, en este caso se trata más de algo profesional, que sí, está claro, también te afecta a nivel personal. Esa dicotomía entre lo personal y lo profesional es muy complicada, al final, nunca sé dónde está la línea que separa a ambas. Quizás esa línea ni exista, y la intentemos inventar nosotros para evitar tener que dar demasiadas explicaciones.

A aquellos que os quiero, que lo sabéis aunque no os lo diga, no os creáis que no me preocupo por vosotros. No creáis que no me interesa lo que os suceda. No creáis que me olvido. Pensad que mi situación tampoco es fácil. Pensad que, con poca o mucha fortuna, esta es la vida que me está tocando vivir y que, por supuesto, también os afecta. Pensad en el efecto mariposa. Pensad en que el día tiene 24 horas, 1.440 minutos, 86.400 segundos. Pensad en lo que sois capaces de hacer en ese tiempo. Pensad que de una semana, tan solo comparto 36 horas con mis hijos.

Sé que una llamada para decir hola, cómo estás, te quiero, dura muy poco, son unos pocos minutos. Sé que, con la cabeza fría, es difícil poder justificar una cosa así. Pero cuando hay amor y comprensión, a veces, a una de las partes, si se olvida de su enfado inicial, le puede llegar a resultar más fácil decir hola, como estás, te quiero, y esperar respuesta al otro lado.

Con todo mi cariño,

àlex

No hay comentarios:

Publicar un comentario