Total de páginas vistas

viernes, 4 de diciembre de 2009

No se puede tener todo en la vida

Siempre hay alguien que nos tiene que decir que no se puede tener todo en la vida. Siempre hay alguien que tiene que recordarte que, seguramente, si has tomado una decisión importante en tu vida, eso provoca de forma matemática que renuncies a algo.

Siempre hay alguien que nos tiene que decir que para que unos ganen, otros tienen que perder. Con toda certeza, esa decisión que has tomado, con la que tú crees que has ganado algo, hará que alguien pierda.

Pero para serte sincero, me gustaría negarme a aceptar eso. Me niego a aceptar que no podemos tenerlo todo en la vida y me niego a aceptar que cuando yo gano, alguien está perdiendo.

Quizás en otro momento he dado por bueno lo que ahora quiero negar. Quizás. Pero consideraba que me había sucedido en un momento en el que yo no estaba bien. Consideraba que eso no era más que una justificación que me estaba dando a mí mismo para poder superar ese momento.

Yo pensaba que ya tenía todo lo que quería en la vida. Una mujer que me quiere y de la que estoy total y absolutamente enamorado. Una mujer que me ha demostrado más de lo que nadie debería demostrar. Una mujer que sé que daría su vida por mí. De mis hijos qué puedo decir. Creo que me enamoré de ellos el primer instante en que los vi, minutos después de nacer. Tengo los mejores amigos que se pueden tener en la vida. Aquellos a los que para pasarlo bien tienes que llamarles y cuando estás pasando una mala racha están ahí sin que tú los busques.

Entonces, ¿qué es exactamente “no poder tenerlo todo en la vida”?. Mis decisiones las he tomado sabiendo que estaba eligiendo. Sabiendo que de un todo, yo me estaba quedando lo mejor. Así, ¿por qué necesito tenerlo todo? Ya tengo lo mejor.

Ahora, en serio. Quizás hay algo de cierto en esa sentencia. Quizás hay cosas que debes decidir y momentos en los que debes tomar un rumbo u otro. Está claro que no nos gusta renunciar a nada. Queremos tenerlo todo. Y ya no te hablo de bienes materiales. Considero, por ejemplo, que hay personas a las que he conocido en este último año, de las que en breve tendré que despedirme. Quizás ese breve sea un año, no lo sé, pero llegará el momento. Serán personas con las que no podré compartir lo que comparto ahora. Serán personas qué, como mucho, podré ver una vez al año, y que tendré un contacto telefónico o por internet que se irá reduciendo poco a poco, hasta quedar casi en nada.

Con esto, lo que quiero decir, es que, me gusta mi trabajo, me gusta viajar, me gusta conocer gente nueva, me gusta pasármelo bien… pero por encima de todo, me gusta y necesito estar con mi familia, y sé que tengo que renunciar a algo, aunque en esa decisión, no hay ninguna duda, no hay ni siquiera un momento de reflexión.

Después de estas reflexiones, creo que tengo claro que no puedo tenerlo todo en la vida. Seguramente podría estar aquí en mi casa si renunciara a mi trabajo y a mi carrera. ¿Eso me daría la felicidad completa? Tengo que pensarlo. Tengo que intentar estar lo más seguro que pueda.
Me voy a ir a dormir. Es sábado noche y me voy a ir a pensar en todo aquello a lo que tenemos que renunciar para conseguir un entorno lo más feliz posible, un entorno en el que, finalmente, pueda ser un poquito más persona y hacer aquello que se supone que debo hacer. Difícil, ¿verdad?

"Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…" Groucho Marx

Que vaya bonito,

àlex

No hay comentarios:

Publicar un comentario