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jueves, 18 de junio de 2009

Segundas oportunidades

El domingo pasado, en la sobremesa, pude ver en la TV una película protagonizada por Bill Murray y que comenté hace unos días. Su título en español es “Atrapado en el Tiempo”, aunque la traducción literal es “El día de la marmota”.

Supongo que recuerdas que comentaba que me sentía como su protagonista. Cada día era como volver a despertar y tener exactamente la misma rutina. Era como revivir todos los días lo mismo.

Recuerdo que la había visto hacía mucho tiempo. Hace muchos años. Reconozco que no soy un gran aficionado a la tele. Pero no recordaba más que la paranoia del protagonista. No recordaba que era una mala persona y qué, a fuerza de repetir y repetir, se convertía en una buena.

Sinceramente, no creo que sea mi caso. No creo que sea mala persona. Todo lo contrario. Sé que puedo llegar a ser insoportable. Sé que los que me conocen piensan que a mí casi todo “me importa un huevo”, pero me considero una persona afable. Es fácil llevarse bien conmigo. Aunque no es difícil llevarse mal, eso también es cierto, aunque no suele depender de mí. Así pues, no creo que lo que me está sucediendo tenga que ver con nada de eso. Sencillamente he estado en un momento dado y en un lugar concreto que han hecho que me toque vivir esta experiencia.

Volviendo a la película. No recordaba tampoco el final. Es una historia de amor. Una historia entre un tío insoportable y una mujer a la que no le cae nada bien. Pero al final él se da cuenta de que no puede ir así por la vida. Ells se da cuenta de que él es una persona genial. A veces la vida nos da estas lecciones. A veces tenemos segundas oportunidades en ella. Algunos las aprovechan, y otros no lo hacen. Yo creo que todavía estoy en mi primera oportunidad, aunque puedo estar equivocado. También he de reconocer que no soy persona de segundas oportunidades, es decir, no suelo pensar en ellas.

Normalmente creo que una persona tiene que ser coherente con lo que hace. Todos nos equivocamos, pero tenemos que ser consecuentes y aceptar precisamente eso, las consecuencias de nuestras acciones. No creo que sea necesario darle una segunda oportunidad a nadie que se equivoca. Sencillamente hay que ayudarle en la medida de lo posible a salir de su error y que continúe su camino.

Para mí, una segunda oportunidad es aquello que se da a las personas que han hecho algo mal aún siendo conscientes de que lo estaban haciendo. Cuando alguien, y volviendo a aquello que más me molesta a mí, te hace el vacío porque tú has cometido un error. Creo que quizás es el que necesita una segunda oportunidad. Reconozco que yo, llegado ese caso, es raro que de esa segunda oportunidad. No soy rencoroso. Pero ya no permito que alguien me pu**e dos veces. Que me haga daño dos veces. Sobre todo si pienso que lo ha hecho con toda la intención.

Con esto no quiero decir que no las dé. Para nada. Las he dado, las doy y las seguiré dando. Pero siempre dentro de unos límites. Tampoco me hago el loco. No dejo las cosas a medias. No intento pasar el trago como “si no hubiera pasado nada”. Creo que en estos casos hay que discutir lo sucedido y poner bases. Bases que permitan que no vuelva a suceder y llevar un barco hacia buen puerto.

De cualquier forma, la rutina seguirá siendo la rutina. Aunque igual todo cambia la semana que viene, en que, posiblemente, ya tengamos piso y podamos ir haciendo una vida “más o menos” normal dentro de todo. Seguro que la convivencia nos traerá ratos buenos y ratos malos. Habrá que superar ambos. Una buena conversación y una cerveza siempre hace que las personas nos entendamos. ¿O no?

Si la vida o una persona a la que quieres te da una segunda oportunidad, aprovéchala, es algo que no acostumbra a pasar todos los días.

àlex

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