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martes, 2 de junio de 2009

Otro vuelo, otro colegio de viaje

Esta mañana todo ha sido de lo más surrealista. Ya en alguna otra entrada te había comentado lo “divertido” (permíteme la ironía) que es volar en compañías de las denominadas “Low Cost” (Bajo coste).

Tras la terrible noticia de ayer sobre la desaparición de un avión de Air France en el Atlántico, el volar se te hace un poquito más cuesta arriba. Demasiados vuelos. Cada semana cerca de 4 horas metidos en un avión. Mejor no pensar en ello.

Hoy hemos vuelto a volar con un grupo de adolescentes. Eran de dos colegios diferentes. A nosotros nos deben haber tocado los peores. Gritos. Insultos. Tacos. De lo más bonito, vamos. Yo no recuerdo cómo debía ser a los 17-18 años. Ya ha llovido un poco desde entonces. Aunque para serte sincero, dudo que fuera mucho mejor. Nos ha sido del todo imposible poder echar nuestra rutinaria cabezadita al inicio del vuelo. Cuando no daban un alarido, nos daban un golpe. Yo, viendo el percal, he decidido ponerme en el asiento central, con lo cual me evitaba los golpes que vienen siendo un habitual en estos casos si te sientas en el pasillo.

Delante nuestro, dos chicas y la profesora. Una profesora a la que los muchachos llamaban “rubia”. Espero que en tono cariñoso. Ella no parecía molesta. Tampoco se molestaba demasiado por mantenerlos tranquilitos en su sitio.

Una de las chicas era una experta en tráfico aéreo. Supongo que los nervios. Iba explicándole a la de su lado las velocidades y algún que otro tecnicismo más sobre su experiencia en vuelos. A mí me ha dejado acojonado tanta sabiduría. La experta en tráfico aéreo, en un inglés incluso peor que el mío, le ha preguntado a la asistente que dónde estaba la máscara. Los gestos eran de lo más divertidos. Se ponía la mano en la cara y preguntaba “dónde, dónde”. Veo que seguimos con los mismos problemas de idioma. En este país el inglés sigue siendo una asignatura pendiente. Así nos va luego. Para acabar de mejorar la situación, ella y su amiga se han decidido a coger las bolsas “para el mareo” e imitar a las películas americanas y los casos de híper-ventilación. Sorprendente.

A nuestro lado tres muchachotes. Las hormonas a tope. Poniendo a prueba al personal de cabina. Sacando el chaleco. Bajando la bandeja. Creo que X. en algún momento ha estado a un tris de perder los nervios, aunque finalmente ha conseguido aplacar su ira. Una de las niñas que iban sentadas delante de nosotros decidió sentarse sobre las piernas de otro. El tío no sabía dónde meterse. Tieso como un palo en el asiento. No sabía dónde poner las manos. Qué recuerdos. Qué nervios. ¿Tú te acuerdas? ¡¡¡Esos viajes son la pera!!!!

Vaya vuelo. Terrible. Con aplausos en el despegue y en el aterrizaje. A mí me sigue dando vergüenza ajena este gesto de nervios incontrolados. Pero, ¿quién no ha sido un niño? Yo, reconozco que me lo paso genial. Cansado. No puedo dormir. Pero genial.

Hemos llegado y, cómo no, a comer al italiano. Creo que pronto dominaré el idioma, aunque sea por ósmosis.

Seguimos en el hotel. Hoy hemos llegado tarde. El trabajo va en aumento y las fechas nos aprietan. He podido ir a correr un ratillo. Hemos tenido una tarde fantástica aquí. Sol y calor. Algo extraño. No el mismo que esta mañana en Barcelona, pero para estar dónde estamos, ha sido genial. Para cenar, sándwich y un poquito de fruta.

Espero tener piso pronto. A compartir entre 3. Pero al menos nos evitaremos tener que coger el tren todos los días y, total, como aquel que dice ya hacemos vida nosotros 3 con un contacto casi nulo con los demás fuera del horario laboral (conste que no es decisión nuestra).

Mañana intentaré escribir. Quiero explicarte mi última anécdota con un taxista. Esta vez en España. Sé que a alguno de los que me leen estaban encantados con mis anécdotas con los taxistas londinenses. Te aseguro que la del español no tiene desperdicio.

He nacido siendo un niño y moriré siendo tal. (Anónimo)

Buenas noches y buena suerte,

àlex

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