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jueves, 26 de marzo de 2009

¿Mi blog se amaricona?

Hay quien me ha dicho que mi blog se está amariconando. Que últimamente sólo hago que poner eso, mariconadas. Lo siento, es mi blog y hago lo que me sale de la punta del nabo (perdón, pero sigo recordando mucho a Rubianes).

De todas formas debo reconocer que llevo unas semanas tierno. Pero creo que lo he compaginado bien con el resto de entradas, supongo que algunas más flojas que otras, pero en definitiva ha habido de todo.

Las entradas tiernas las he puesto porque en ese momento me sentía así. Más o menos creo que me voy adaptando, excepto al tema de la comida, pero a lo que no me adapto es a estar lejos de mi mujer y de mis hijos. Quizás a otros les cuesta menos, seré muy flojo, pero es lo que hay.

Bueno, mariconadas aparte. La semana no ha ido mal del todo en Horsham. Excepto el martes, que tampoco tenía yo muchas ganas de estar con nadie debido a cierto cabreo que me llevé, lo demás ha estado bien. Lo del cabreo no voy a detallarlo, no está bien hacerlo, lo que sí que es cierto, es que sigo reaccionando no del todo bien ante cosas que no entiendo, sea cual sea su naturaleza. La suerte es que con el tipo de personas con las que estoy compartiendo esta experiencia es fácil llegar a buenos arreglos.

Volvamos a la parte en que decía que esta primera semana ha estado bien.

Hemos dejado atrás la gran ciudad, en la que el sol no se veía casi nunca. Aquí ves un paisaje desde la ventana mucho más motivador. Esta misma tarde, mirando por ella, podía ver verde, mucho verde, y no precisamente del que alguno de los que va leer estas letras se piensa. Aquí no es que tampoco se vea demasiado el sol. Creo que de los cuatro días que llevamos aquí ha llovido tres, aunque al menos hay intervalos de sol con un ligero viento del norte (parte meteorológico escueto).

Ya te he contado que esta semana se ha incorporado otro compañero, uno con el que ya había compartido otros buenos momentos en un proyecto anterior. Debo reconocer que ha traído aire fresco, que me he reído un montón y que creo que me va a ayudar a hacer más soportable todo esto (tío, que no se te suba a la cabeza y cuidado, que te gusta más el roce que una dinamo).

El pueblecito de Horsham no está mal durante el día (por la noche, y con este frío, no hay casi nadie por la calle). A mí me recuerda bastante a más de un pueblo de la costa norte de Catalunya, aunque sin tanto bullicio. Creo que lo conté el otro día, pero hemos encontrado un restaurante italiano en una plaza cerca de la oficina. Creo que se llama Prezzo (yo soy muy malo para los nombres). Se come bastante bien, en comparación a lo que comíamos en la city. El problema es que los otros dos integrantes del colectivo catalano-balear (es que si digo catalán, seguro que uno me echa a los perros) se han enamorado del restaurante, bueno, o de la camarera, no lo sé. La cuestión es que han ido a comer ahí los cuatro días que hemos estado. Yo hoy, ya no he podido ir. Y entre el sándwich que se han comido unos, y volver a comer en el italiano, otro día que no he comido y me he contentado con un “single machiato”, un cortado en nuestras latitudes. Cuando he llegado al aeropuerto de Heathrow (a eso de las 6 de la tarde) he comido algo.

Por otro lado, las oficinas de aquí no están mal. Es más, están mucho mejor que las que teníamos en la city. Aquí estamos más amplios, estamos en una zona que es exclusivamente para nosotros y son muchísimo más modernas. Contamos incluso con un monitor extra para poder trabajar mejor (doble pantalla), aunque yo creo que nos lo ponen para que rindamos más…

Me acabo de cambiar de asiento en el avión. Voy en salida de emergencia, en la fila 12, en pasillo, como siempre (soy hombre de pasillo), y justo a mi lado, un chaval joven. En la ventanilla nadie. Pues te quieres creer que lejos de cambiarse de asiento a la ventanilla, ¿continúa ahí?, y encima mirando a ver qué es lo que hago con el portátil. Por lo cual, no me ha quedado más remedio que cambiarme a un asiento en el que no tengo a nadie al lado, con lo cual, ya puedo escribir tranquilo. (Gracias J)

Sigo perdiendo peso. No como demasiado, creo que tengo el estómago ya cerrado. Y la ropa cada vez más grande. No sé que voy a hacer al final. Por otro lado, ya que el hotel tiene gimnasio, estamos bajando por las mañanas a hacer un poquito de deporte. Correr un rato en la cinta, hacer el chorras en la bicicleta estática, y luego hacer un poquito de pesas. Alguien me ha comparado ya con el papel que interpreta Kevin Spacey en “American Beauty”. Claro, soy el mayor de los que estamos allí, con familia… Lo único que me falta es la rubia de turno (cariño, te juro que no hay ninguna) y un nuevo puesto laboral en una hamburguesería… A ver, seguro que me falta algo más si me comparas con el Sr. Spacey, pero qué vamos a hacerle, ni siquiera yo soy perfecto. La cuestión, tal y como decía es que a este paso, volveré hecho un figurín cuando acabemos aquí en UK. Y me dejaré un pastón en ropa nueva, claro, porque ese es el otro problema, que cuando te engordas o adelgazas, pues la ropa ya no te sirve (la guardaré por si me vuelvo a engordar, cosa que espero que no pase).

Me han llegado a llamar Vigoréxico. Palabro que tuve que buscar en el diccionario y no aparecía, al menos, en el de la Real Academia Española, pero por suerte tenemos la gran Wikipedia, dónde aparece todo lo habido y por haber y la definición viene a ser lo que aquí dice. No quiero desmentirlo, porque seguramente me dirían que es el primer síntoma de que es real.

Y, me pregunto yo, cómo se le ha ocurrido a este tío soltarme algo así. Joer, si es que ha llegado esta semana, y ya se está comportando como una madre… o peor aún, como una suegra. Encima, aunque su novia me pide que lo controle yo a él, que se está poniendo “fuertote” yo le dejo hacer y el tío se está poniendo hasta las trancas de comer.

Por la mañana desayunamos en el hotel. Poca cosa hay, a no ser que te quieras poner de grasas y colesterol hasta las cejas. A saber: Salchichas, huevos revueltos, beicon, bollería industrial, grandes dosis de mantequilla. Yo hace años que me decidí a no hacer esos estragos, sobre todo por evitar las visitas masivas a los retretes de la oficina y, por supuesto, porque sabía que eso era lo peor para mi facilidad a coger sobrepeso. Así que prefiero comer otras cosas menos pesadas (creo que lo he comentado en una entrada anterior). Hoy, por ejemplo, he cogido un bol de fruta troceada y un zumo de naranja recién exprimida del tetrabrik. La fruta no tiene nada que ver con la que comíamos en la city. Me la he dejado entera, que horrible estaba.

Ahora, escuchando algo de música tranquilita y escribiendo estas letras, sólo deseo llegar a mi casa y tumbarme al lado de mi mujer, y quedarme mirándola, así, quieto, que es algo que no puedo hacer el resto de la semana. Realmente no nos damos cuenta de todo lo que tenemos en esta vida hasta que nos encontramos en situaciones como estas. Supongo que si eres una de esas personas con una situación parecida a la mía lo entenderás perfectamente.

Acabo, que me hacen apagar el portátil.

Buenas noches y buena suerte

àlex

PD: Mientras publico, me como un bocata de jamón con pan con tomate…

2 comentarios:

  1. Lo de amariconarse... ¿Es que te vas a empezar a depilar? :D
    Deberíais probar también el griego, el chinorri de al lado de la oficina, el hindú de al lado del puente y el otro italiano.
    Al lado de la bola del mundo (enfrente del mc donalds) hay otro restaurante que no está mal...
    Come más, que seguro que te estás quedando en los huesos...

    (Y recuerda que me debes un desayuno!)
    ;)

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  2. El desayuno es tuyo... Ahora sólo falta saber cuándo y si me dan permiso para ello :-)

    Pero no te preocupes, para que un tío como yo se quede en los huesos... tiene que perder mucho peso.

    Miraré lo del griego... Pero nada como en casa...

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