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domingo, 5 de julio de 2009

Otra de taxis, en Barcelona.

Esta semana me has pillado y te has dado cuenta de que, finalmente, no escribí la anécdota del taxista en España. Bueno, más que anécdota fue mal rato, pero ahora ya no me queda más remedio que describirla aquí. No sólo esa, también te voy a explicar la del taxista tristón...

La que te comentaba el otro día fue si más no, divertida cuando lo piensas. Al llegar a la parada de taxis del aeropuerto, están allí los que reparten juego, vamos, los que están todo el rato con el pito y gritando. Joer, parecen los pastores de los concursos de gosos d'atura (vinequí, jeu, jeu, esquerra!!!). Nos tratan como ganado, y unas broncas con los taxistas... Bueno, la cuestión es que me tocó un taxi antiguo, y el chófer no tenía desperdicio. Un tío desaliñado, con el pelo blanco y enmarañado, mala pinta. Parecía incluso algo sucio, pero no lo sabría a ciencia cierta hasta entrar en el taxi. Me lanzó una sonrisa cuando le dí la maleta para colocarla en el maletero. Vaya boca el amigo. Dientes marrones. Los que tenía. Entramos en el taxi y... Recordé al príncipe de Bel-Air cuando decía aquello del taxi que olía a cuadra.

Le dije que iba a Viladecans. Ahí se le torció el morro. Acostumbra a pasar. Dos horas esperando para recoger a un pasajero. Esperan una carrera larga. Hasta Barcelona. Y lo le pido que me lleve al lado. Pero bueno. Tiene su mínimo de 20 EUR garantizado. De cualquier forma pasé un poco de él.

Llevaba música española en la radio. Una radio en la que aparecía una cinta de cassette. Pensaba que no iba a ver ninguna más y zas, en un taxi. Vírgenes y santos por todas partes. Pegatinas. Algo inaudito. Un aviso de calidad del servicio, que hablaba sobre la limpieza. Otro prohibiendo fumar.

Entramos en la autopista. El tío abre las ventanas. Veo que empieza a buscar algo en el asiento del acompañante y... Dios mío. El tío saca un cigarro. Ducados. Busca el mechero. Lo enciende!!! Me llega el humo. Toso. Sigue fumando. Vuelvo a toser. Entonces me pregunta si me molesta. Le digo que me llega todo el humo. Me dice que abra la ventanilla de mi lado contrario. Le pregunto si está permitido fumar en el taxi. Me dice que el coche es suyo.

Cuando llegamos a casa me bajé corriendo del taxi. Vaya elemento. Estuve a punto de presentar una queja, pero al final, y cómo siempre, por falta de tiempo y ganas, no lo hice.

Aunque para bueno, mi taxista suicida. Un tío que me ha recogido 2 veces ya. Mirando las probabilidades, algo difícil. Las dos veces triste. Una cara que da miedo. Y cómo corre. Una exageración. Creo que el taxista que más corre de todos. 130 por la autopista. En la curva de salida del aeropuerto, que se puede ir como máximo a 50. Una curva que se cierra de golpe. Sin avisar. El tío a 90. Yo voy de un lado al otro del taxi. Me pregunto: Será éste su día elegido para abandonar estos mundos de Dios???

Me voy a la piscina con los críos.

Que vaya bonito,

àlex

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