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martes, 9 de febrero de 2010

Una nueva experiencia

Cuando tu vida transcurre dentro de unos parámetros cercanos al relax y al acercamiento espiritual a tu verdadero yo (joder, ¿he escrito yo esto?)...

Ayer fue un día, digamos, diferente. Unos días antes mi mujer me había convencido para hacerlo. No opuse mucha resistencia porque entendía que debía hacerlo, que no era cosa suya, que también forma parte de mis responsabilidades dentro de la unidad familiar.

En el cole de los críos, hacen lo que han venido a llamar "El taller de los expertos". En este taller, los padres van pasando por las clases explicando un poco a qué se dedican en la vida, y les hacen alguna demostración práctica... Bueno, no siempre, porque lo del Origami... ¿qué?... aaah... Cómo eres... Claro, tienes razón, igual era un funcionario (perdón, esto lo he escrito desde el cariño, el respeto y la admiración...).

Venga, que me lío, como siempre. La cuestión es que mi mujer me dijo la semana pasada que, teniendo en cuenta que yo estaba aquí, pues podría hacer yo el taller, que a los niños les haría ilusión. Yo dije que sí. Me pareció buena idea. Me hacía ilusión.

Pensando que iba a ser un público fácil, me dije, cojo el teclado MIDI (ahora te cuento que es eso), el portátil, y ha hacer un poco de ruido.

El teclado MIDI, por si no lo sabes, no es más que un teclado de piano que se conecta directamente al ordenador. Con este teclado, el ordenador y un programa al uso, se pueden hacer auténticas maravillas... si sabes. Yo, como soy bastante inculto en estas artes, llevé un programita que te permite desde montar el último éxito para bailar en las discotecas, a escuchar diferentes sonidos de animales de una granja (éste era el de los niños) pasando por efectos especiales de películas.

Joder, no podía fallar con esto. De hecho, fue un éxito... Pero...

Cuando se acercaba la hora, empezaba a darme cuenta de lo que se me venía encima... Cuando llegamos al colegio, estaban exaltadísimos. Imagina veinticinco niños allí, mirándote con ese descaro de los niños. Realmente sabía como se sentía la vaca de Parque Jurásico cuando la meten en el recinto de los Velociraptores.

Ellos me miraban. Preguntaban. Callaban. Seguían clavando su mirada en mí. Vale, tengo tres críos en casa, pero no es lo mismo... Te lo aseguro...
Estábamos esperando en la puerta a que finalizaran una actividad de pintura que estaban haciendo. Y yo decía... Me voy corriendo...

Una vez dentro, no es difícil interactuar con ellos. Es más, son divertidísimas las contestaciones que tienen, pero no es un público fácil. Te quedas sin saber que decir en un segundo. Te miran pícaramente. Te sonríen. Te preguntan. Todos a la vez. Gritan. Luego fueron pasando por grupos por el teclado. Ahí respiré. Estaban encantados. Algunos querían el piano, otros los animales... Pero andaban locos por poder poner sus deditos encima del teclado.

Fue una experiencia gratificante. Lo reconozco. Difícil. Tiene mérito el trabajo que hacen sus maestras. Estoy seguro de que si no tienes vocación, estás perdido. Aunque supongo que es cuestión de experiencia. Experiencia que yo voy a poder coger más que otros papás, ya que tengo que ir a tres clases a hacer lo mismo.

Deséame suerte...

àlex

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