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viernes, 19 de febrero de 2010

Tres semanas

Casi no me he dado cuenta y han pasado ya tres semanas desde que dejé aquello. Desde que mi viaje ha vuelto a detenerse. Vuelvo a estar en casa. No sé por cuánto tiempo, pero al fin en casa.

Y es cierto, casi no me he dado ni cuenta. Han sido tres semanas de calma. Tres semanas en las que he podido hacer mi vida. Tres semanas en las que nadie me ha exigido trabajar catorce horas diarias. Tres semanas en las que he dormido en mi casa. Tres semanas que he estado con las personas a las que más quiero.

Durante estas tres semanas he aprendido que algo llamado “Síndrome de Estocolmo” no es algo que aparece en las películas. Es real. Tan real como la vida misma. A partir de la segunda semana echaba en falta el ritmo y el estrés que había estado sufriendo lejos de casa, en aquel pueblecito de la isla. Rodeado de aquellas personas a las que, en muchos casos, no lograba entender. Ahora puedo reírme del símil, porque es exagerado, claro está, pero creo que no está tan lejos como pienso ahora mismo.

Durante estas tres semanas he estado un poco perdido. Quizás, en algunos momentos, incluso ausente. No he estado atento a las personas a las que seguramente debía. Mi cabeza seguía lejos de casa. Seguía en algún sitio que no soy capaz de identificar. Y estaba solo. No había nadie más. Es lo que tienen este tipo de vacaciones. Mientras los demás trabajan, estudian, tú estás solo en casa. Con muchas horas por delante para pensar, para analizar situaciones, para, en definitiva, darle vueltas a la cabeza. Ya sabes que soy muy amigo de darle demasiadas vueltas al coco.

Pero también han sido tres semanas en las que he sido feliz. Hacía tiempo que no era tan feliz. Estar tan cerca de mi familia, de mi mujer, da paz… da felicidad… Saberte lejos de lo que ya he venido definiendo como lo más parecido a lo que yo puedo entender como un infierno personal ayuda mucho. Saberte rodeado por los que te quieren, más todavía.

Han sido tres semanas en las que me he podido dedicar a mi libro. Me ha ido bien este tiempo, ya que lo tengo casi terminado. Falta que un par de amigos y mi hermano, acaben también su colaboración con mi libro… Pronto estará…
Este próximo martes vuelvo a trabajar. Vuelvo a un lugar al que tardo en llegar aproximadamente veinticinco minutos en mi moto. Un lugar en el que ya conozco a muchas personas, en el que ya he estado durante nueve meses. Seguiré trabajando muchas horas. Seguro. Eso parece inevitable. Pero podré llevar a mis hijos al colegio, desayunar con ellos, dormir en mi casa, en mi cama, con ella… Ya no dormiré en una cama desconocida, en una habitación de hotel.


Me voy a dormir... Igual hablamos mañana...

Buenas noches.

àlex

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