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miércoles, 11 de febrero de 2009

Etna

Hoy a amanecido mejor que ayer, por suerte, no se debería tener más de un día malo al mes, si no, se hace todo bastante más difícil de llevar hacia adelante.

Creo que lo más destacable del día ha sido que hoy nos han invitado a comer a cargo del proyecto. Teniendo en cuenta lo que es comer aquí habitualmente al medio día, no esperábamos una de esas que solemos hacer en España, en un restaurante de los buenos, pero tampoco nos vamos a quejar, ya que nos lo hemos pasado bien.

En la comida éramos 7 personas, los componentes del equipo, entre los cuales, nos encontramos dos españoles. Hemos ido a comer al Pizza (cuidado con la pronunciación) Express que hay en Leadenhall (para más info, aquí). Después de ojear la carta un rato, hemos decidido pedir unos entrantes para compartir y unas pizzas (de nuevo, cuidado con la pronunciación). Yo, como siempre, no tenía claro que pedir, pues hay dos ingredientes que no me gusta en este tipo de plato: los quesos con sabor fuerte ni las anchoas. Estaba planteándome la posibilidad de pedirme una Diavolo, aunque me han dicho que era bastante picante, así que, después de ver las recomendaciones, y sin ver los ingredientes, me he pedido una Etna.

Claro, inocente de mi, no he relacionado el nombre con el volcán italiano. Cuando la he probado, ya he notado que picaba algo, pero más tarde, mis colores faciales han iniciado un imparable ascenso hacia el rojo y unas lágrimas han empezado a aparecer en mis ojos, pero puedo asegurar que no eran de tristeza. No se si, relacionado con que siempre estoy de "buen humor", dos de los comensales, ingleses, han dudado sobre esta característica de la pizza. Me han preguntado "spicy?" y yo he contestado con un "mmmmmm". Así pues, el que había pedido la diávolo la ha probado, y también ha sufrido ese extraño cambio de color. Pero lo mejor ha sido cuando otro de los compañeros de mesa, ha querido probar un poco del pimiento rojo que tenía sobre mi plato. Bueno, ha sido un descojone. Se ha metido el trozo entero en la boca, y su cambio no ha sido hacia rojo... Le ha cambiado absolutamente la cara. Yo pensaba que le daba algo, que se ahogaba... Madre mía como picaba la condenada. Yo he necesitado dos cervezas para poder resistir tan endiablado sabor, aunque he de reconocer que estaba de muerte... (creo que él también ha pensado lo mismo, pero en el sentido de "por qué se me ha ocurrido probar esto". Le ha durado el "malestar" hasta bien entrada la tarde... Si no te gusta el picante, no te pidas este plato, ya que a estas horas, todavía me noto el picante en el estómago.

Por lo demás, estoy contento, ya que me puedo meter en reuniones en las que tengo que discutir a brazo partido por defender formas de "perpetrar" parte de la programación del proyecto (por favor, si te dedicas a la informática, perdona por haber usado este concepto).

Hemos salido tarde, con lo cual no me ha dado tiempo a conectarme con mi cámara web para ver a los míos, y, al hablar por teléfono con ellos, una de mis hijas me ha partido el corazón con unos llantos entremezclados con un "quiero que vengas". Realmente sigue siendo el mejor momento del día (por poder oírlos), pero también el que me deja más echo polvo si se sucede una escena como ésta.

Hemos ido a cenar cerca de la oficina, y, mientras hablaba con ellos, han llegado dos coches de policía (aquí, police, como el grupo musical) con las sirenas a toda leche. Al parecer había una trifulca entre algunos usuarios de los pubs que no saben beber consecuentemente.

La cena ha estado muy bien, hemos comido carne a la brasa. De postre un café, excepto un compañero que se ha pedido un After Eight (si, como las tabletitas esas de chocolate y menta que venden en una cajita verde) que estaba de muerte. Le he privado de comérselo entero, pero es que no lo he podido resistir.

Finalmente, al hotel, a mirar unas cuantas cosas para mañana, escribir estas líneas y, ahora, meterme en la cama, que mañana será otro día.

Buenas noches,

àlex

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